Consciente de la condena que pesaba sobre él, Manuel Pellegrini decidió a finales de mayo pasado despedirse de Valdebebas lanzando una maldición sobre su sucesor. Se subió al estrado con paso cansino. La piel cerúlea, los ojos inyectados en sangre y esa disposición, de una dignidad inquietante, recordaban al Bela Lugosi de La novia del monstruo …
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