Hugo Chávez está enfadado, muy enfadado. Los resultados electorales del domingo le han torcido el gesto. No tanto por la resurrección de la oposición -que logró 65 diputados de los 165 en juego-, ni siquiera porque los 98 obtenidos por su partido no son suficientes para legislar a su antojo, sino porque la forma de ganar, mediante una ley electoral diseñada a su medida hace solo un año, ha dejado al descubierto su particular manera de usar la democracia …
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