Salvador Dalí afirma en su diario no tener convicciones políticas. Pero arriesga que, si las tuviera, sería monárquico, ya que la monarquía resuelve el único problema que, a su juicio, presenta la política: la sucesión. A Néstor Kirchner le debe gustar -si es que la conoce- esa sentencia de Dalí. Desde que se reunió con Daniel Scioli, el martes de la semana pasada, está tomado por una obsesión principal: cómo lograr que el genio de las ambiciones del gobernador regrese a la botella …
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