Sorprendía ver a un grande como el Milán acogotado bajo su portería. Le llovían golpes sin cesar. Cristiano era una especie de ciclón desatado. Encima, se encontró con un regalo de Ibrahimovic … Para entonces, el partido estaba liquidado y Cristiano, feliz. Sabe que la Champions te consagra o te destierra. Necesitaba algo así para tapar bocas. Una galopada del 7 blanco por la banda valía como diez ataques rossoneri …
Lea el artículo completo en www.as.com