Abandonaron sus casas para huir de sus maridos. En un piso de acogida para mujeres maltratadas creyeron estar a salvo, pero no fue así. Lejos de sentirse aliviadas, siguieron sufriendo durante casi un año. «Sois malas madres, no me extraña que vuestros maridos os pegaran. Agradeced que aquí os hemos acogido, no tenéis derecho a nada» …
Lea el artículo completo en www.publico.es