El último síndrome del político español ya tiene nombre: platonismo agudo. No se trata, sin embargo, de ningún tipo de enamoramiento ensoñador, sino de la extendida creencia de que los que tienen que hablar de política son los políticos y no cualquiera al que le ponen un micro en la boca. Así lo defendía Platón, que era un sabio, pero un sabio que creía en la estricta y compartimentada división de clases: unos mandan, los otros obedecen …
Lea el artículo completo en www.publico.es