Vicepresidente o más.

MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Es el último fogonazo verbal del presidente del Congreso, José Bono. Un verdadero especialista en frases que piden mármol. En este caso se refiere al vicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el que Zapatero ha puesto todas sus complacencias. Y sobre el que políticos y periodistas hacen caldo de cerebro aprovechando la fase final del reinado socialista en Moncloa.

Bono se refirió a Rubalcaba como «vicepresidente o más» en la reciente cena navideña de los periodistas parlamentarios. Una forma como otra cualquiera de echar leña al fuego. O de sumarse a esa marea especulativa que, bajo el epígrafe informativo de «la sucesión de Zapatero», relaciona la caída del número uno con la irresistible ascensión del número dos del Gobierno.

Irresistible ascensión, vale, hasta lo más alto del escalafón gubernamental por debajo del presidente. Eso quiere decir que si Zapatero tirase la toalla antes de agotarse la Legislatura pero sin adelantar las elecciones, correría el escalafón.

En esa coyuntura a Rubalcaba sólo le cabría el dudoso privilegio de gestionar la fase terminal del zapaterismo (paréntesis para constatar que a estas alturas nadie cree seriamente que este PSOE puede volver a ganar las elecciones en 2012).

¿Y luego, qué? Pues luego le espera una amarga travesía del desierto al PSOE, que se iniciaría ineludiblemente con un congreso federal marcado por la renovación de ideas, de programas, de personas, después de la bancarrota electoral que se avecina para este partido en las próximas elecciones generales. ¿Alguien puede imaginar que Pérez Rubalcaba, con tanta carretera a sus espaldas, estaría dispuesto a competir para gestionar una bancarrota y pilotar la travesía del desierto?

El «más» que Bono adjudica a Rubalcaba no es tanto un plus de poder como un plus de generosidad para intentar minimizar los gravísimos desperfectos que la crisis económica ha causado en la marca PSOE. Es vicepresidente o más aquí y ahora. Con alguna posibilidad de convertirse en presidente por unos meses, si se produjera el desfallecimiento de Rodríguez Zapatero.

Pero no es en absoluto la persona llamada a pilotar el futuro de este partido después de su hundimiento electoral, que todo el mundo da por hecho ¿Rubalcaba como conductor de la travesía del desierto? Ni lo sueñen.

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