Una muchacha de 14 años se negó a trabajar y, como escarmiento, la rajaron delante nuestra y la tiraron a la calle para que los perros se comieran su cadáver
Cuando nací en 1927, la vida era muy dura en Corea por la ocupación japonesa, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial. De niña, lloraba porque quería ir al colegio, pero ni siquiera teníamos ropa y apenas podíamos comer.
Pero lo peor vino después, cuando me vendieron a una cantina de Ulsan donde iban los clientes a ver a las mujeres que tocaban música. Un día que salí a hacer un recado, dos tipos me agarraron y, cogiéndome por los tobillos y las muñecas, me lanzaron dentro de un camión como si fuera un saco de patatas.
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