En Venezuela la vida vale muy poco. Más o menos lo que cuesta una Blackberry, el teléfono móvil de moda que para decenas de jóvenes se ha convertido en pasaporte a la muerte. Cada día se denuncian 300 robos de estos dispositivos, que permiten chatear gratuitamente, proporcionan estatus en una sociedad tan escaparate como la venezolana y, además, son cool …
Lea el artículo completo en www.publico.es