La famosa ley Sinde suscita amores y odios por igual. Y lo cierto es que es normal que así sea, habida cuenta de lo difícil que resulta, tanto para unos como para otros, encontrar un punto de equilibrio normativo que proteja a ambos … Algunos se enfrentan a un sistema de distribución de derechos arcaico y desmedido, reclamando la urgente adaptación al nuevo entorno de una industria obsoleta, y otros, a un sistema judicial imposible de soportar en una época en la que, por ir al grano, se puede disfrutar de una película en el salón de tu casa antes incluso del estreno oficial en los cines …
Lea el artículo completo en www.cincodias.com