Sus extravagancias, su desfigurado rostro de anciano que trata de conjurar el paso del tiempo con tinte capilar y bótox, su guardia de amazonas y la jaima que le acompaña en sus viajes han servido al dictador sanguinario que es Muamar Gadafi (Sirte, 1942) para esconderse detrás de la figura del fantoche, del payaso que comparte con su ahora amigo Silvio Berlusconi el gusto por las mujeres guapas …
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