Se suponía que sería una noche inolvidable. Y lo fue. Pero de un modo muy distinto de como lo imaginaban sus promotores. Dos diputados laboristas habían llamado a transformar Trafalgar Square en la versión británica de la plaza Tahrir: un campamento improvisado para protestar contra el plan de ajuste del Gobierno de David Cameron y cuestionar de paso su legitimidad … Pero la violencia de cientos de antisistema propició un escenario bien distinto: con vandalismo exacerbado, hogueras esporádicas y choques violentos en torno a la estación de Charing Cross …
Lea el artículo completo en www.elmundo.es