El Madrid de hoy es el rostro de Cristiano: un gesto de cabreo, una mueca de impotencia, un sentimiento de frustración. La decepción en todas sus fases y con todos sus matices. La moderada cuando quedan 90 minutos, todo está por hacer, pero pesan los dos goles en contra de la ida. La intermedia cuando a la eliminatoria le queda sólo una media parte por descontar y el espontáneo de siempre se cuela en el césped del Camp Nou para dejarle una barretina en sus manos …
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