Cada vez que se habla de la crisis del cine italiano, habitado durante varias décadas por directores, guionistas e intérpretes excelsos, creador del neorrealismo y de un montón de comedias inolvidables, siempre se cita el nombre de Nanni Moretti como uno de los escasos autores gloriosos que le quedan a esta cinematografía, alguien con un mundo tan reconocible como poderoso, ácido y crítico, capaz en su irreverente, original y penetrante obra de conectar no ya con la sensibilidad de los espectadores italianos sino también con el público europeo de paladar medianamente educado …
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