Recibe sentado, escudado en numerosas cuartillas que ha repartido escrupulosamente por la mesa de su despacho. Están escritas a mano –aunque en los últimos meses no se despega de su iPad–, con su buena caligrafía, y parecen su arsenal de guerra frente a las preguntas. Pero Cayo Lara (Ciudad Real, 1952) apenas las mira durante la entrevista …
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