Demasiadas cuerdas para un violín.

MADRID, 4 (OTR/PRESS)

Como el hombre de moda en el que se ha convertido, Alfredo Pérez Rubalcaba sobreactúa. Es el mal en el que caen los buenos actores cuando se saben solos encima del escenario y sienten un hambre insaciable de guión. Y de cámaras de televisión. Por eso, en los últimos fines de semana, a las funciones institucionales de «triministro», añade las peripecias de la agenda del candidato que todavía no ha sido proclamado.

Ha dicho en Galicia que él sabe muy bien lo que hay que hacer para acabar con el paro y, no sin razón, se han dejado oír voces para acusarle de frivolidad. Porque frivolidad sería tener la fórmula (¿Mágica?) para atajar el drama que aparejan las historias personales de los más de cuatro millones de parados y no aplicarla. Por mucho que quiera marcar distancias con Zapatero, Rubalcaba no puede olvidar que forma parte del Gobierno. Tengo para mí que la cuádruple encomienda que arrastra: vicepresidente, ministro del Interior, Portavoz del Gobierno y candidato «in pectore» del Partido Socialista a la Presidencia del Gobierno es demasiada carga incluso para un bulímico de la política como es nuestro personaje.

Corre hoy por Madrid la especie de que así que pase San Fermín, Alfredo Pérez Rubalcaba podría dejar atrás todas esas encomiendas para pasar a ser simplemente «Alfredo», el candidato. Podría ser, pero no es seguro que suceda a tan corto plazo porque semejante movimiento en el tablero obligaría a Zapatero -que, aunque no lo parezca, sigue siendo el presidente del Gobierno- a remodelar el Gabinete y para ese registro suele tomarse su tiempo. En cualquier caso, tarde o temprano Alfredo P. Rubalcaba tendrá que dar el salto y comparecer en la palestra solo, sin tantas capas de poder. Son demasiadas cuerdas para un violín. Quizá por eso, pese a su conocido virtuosismo, en esta ocasión, desafina.

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