El arte de vivir de los récords en la India

El arte de vivir de los récords en la India

Biswaroop y su esposa, Neerja Chowdhury, junto a las tijeras más grandes del mundo, de más de dos metros de altura, que han incluído en el libro 'Guiness' de los récords. EFE

EFE/Archivo

Biswaroop Chowdhury vive del récord: es editor de la versión del «Guinness» de la India y autor de veinticinco libros nacidos de la pasión local por la obtención de plusmarcas memorísticas y físicas.

«La gente en este país respeta mucho las habilidades especiales. Incluso el que tiene una habilidad graciosa, como romper huevos con la cabeza, obtiene el respeto y el reconocimiento de los demás», explicó Chowdhury a Efe en su despacho al sur de Delhi.

Chowdhury alcanzó su primera plusmarca en 2006, al memorizar catorce nombres de personas con sus respectivos aniversarios en dos minutos; la segunda la logró en 2008, al hacer 198 flexiones en un minuto, pese -asegura- haber nacido con problemas de corazón.

El plusmarquista ha sabido rentabilizar su agilidad memorística y física a través de seminarios y la publicación de libros de autoayuda porque, apunta, «quiero enseñar que si yo puedo conseguir récords mundiales, cualquiera puede conseguirlos».

Del balcón de su oficina, en la segunda planta de un humilde edificio de la ciudad dormitorio de Faridabad, cuelga un cartel que reza «Dynamic Memory», la compañía que dirige con su esposa, Neerja Chowdhury, ganadora también de varios récords.

«La mente es la misma para todos, el modo en cómo la uses marcará la diferencia», anota.

Este es el lema de «Dynamic Memory», una declaración de intenciones rotunda y esperanzadora en un país marcado por profundas divisiones sociales y de castas, y donde perdura el sentimiento de que el karma decide cómo vivirás tu existencia.

Neerja Chowdhury conoció a Biswaroop en 2003 en un curso de memorización que impartía éste, con quien formó un tándem que llevó a la discípula a lograr dos récords; memorizar el diccionario de Oxford Inglés-Hindi y confeccionar las mayores tijeras del mundo.

Todos estas plusmarcas se encuentran registradas en el «India Book of Records», obra editada por la pareja donde se anotan habilidades de lo más llamativo, desde el culturista más bajito del mundo hasta la persona más elástica, el «hombre goma».

«Aquí en la India la gente está loca por los récords. Reunimos a los medios de comunicación, les hablamos sobre la persona que tiene un récord y automáticamente este individuo es reconocido, algo que le ayudará a conseguir dinero o un buen trabajo», explicó Chowdhury.

Según este «hombre récord», para cerciorarse de que la marca alcanzada es realmente única en el mundo o en la Indian, desde la compañía comparan e intercambian datos con otras agencias internacionales de récords, como el «Guinness World Records».

Chowdhury afirma poseer varias plusmarcas registradas en el «Guinness», algo que no fue posible contrastar, ya que al buscar su nombre en la página web oficial de esa institución sólo aparece, con el mismo apellido, su mujer, gracias a las tijeras de dos metros.

El marido dice haber ganado, por su parte, un récord de tamaño con un bolígrafo de más de 3 metros y 10 kilogramos de peso, el cual donó «a la escuela con más estudiantes del mundo -en la norteña localidad india de Lucknow-, con aproximadamente 40.000 alumnos».

Para el plusmarquista, la obtención de este tipo de récords es una manera de conseguir llamar la atención de la gente, para luego dirigir su interés hacia lo que «verdaderamente importa».

«Si realizo algo inusual podré conseguir la atención de los medios y desviar esa interés hacia, por ejemplo, mi última publicación, algo que ayudará a que la gente conozca mi producto y tome la decisión de comprar o no el libro», matizó Chowdhury.

Según la Comisión gubernamental de Planificación de la India, el gasto diario medio por persona necesario para subsistir en este país es de 25 rupias (unos 40 céntimos de euro), lo que parece certificar que, el de los récords, es un modo rentable de ganarse la vida.

Chowdhury gana con la venta de cada uno de sus libros unos cuatro euros brutos; 120 euros por asistente en las conferencias que imparte; y unos 300 cuando alguien quiere registrar un récord, «un pago necesario para desplazar a la persona que debe corroborarlo».

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