Algunos inversores comienzan a sufrir en sus bolsillos los efectos colaterales de la primera recapitalización de la banca española, que los particulares se cargaron a hombros hace ahora dos años … La fórmula era sencilla para las entidades, pues podían colocarlas en sus oficinas y no tenían que realizar ampliaciones de capital. Los inversores, sin embargo, asumían los riesgos derivados de una deuda ultrasubordinada; es decir, que en caso de quiebra del emisor se situarían a la cola en el concurso de acreedores, solo por delante de los accionistas …
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