¿Qué futuro tiene un país donde un mileurista tributa cinco veces más que una multinacional y las grandes fortunas pagan pocos impuestos para evitar que se vayan? Estas son algunas de las preguntas que plantea Daniel Montero en su nuevo libro de denuncia, El club de los pringaos.
Una obra que habla sobre un sistema viciado, millonarios insolidarios, una clase media estrangulada y unos políticos que lo permiten, que descubre lo injusto de la Hacienda española. El autor rebate con datos las recientes declaraciones del ministro de Hacienda, Cristobal Montoro, que en el Congreso de los Diputados afirmaba que «se pinta una España que no existe porque en nuestro país no existen discriminaciones fiscales».
Cantantes y presentadores de televisión que canalizan sus ingresos mediante una empresa patrimonial para pagar un máximo del 30% de impuestos frente al 45% que pagan las nóminas más altas, deportistas que compiten bajo bandera española pero residen oficialmente en Suiza o Andorra por su baja fiscalidad, empresas españolas que dirigen sus negocios desde firmas radicadas en paraísos fiscales, millonarios que montan una SICAV para pagar sólo un 1% de sus beneficios en Bolsa… supone que los 17,8 millones de asalariados españoles pagan el doble de impuestos que las empresas y grandes fortunas, según Montero.
El mapa de la picaresca incluye los millones de euros que el Estado español deja de ingresar por el dinero negro que no se declara, los que se defraudan, los que dejan de aportar las sociedades españolas que facturan más de seis millones de euros al año, etc. A ello se une que sólo unos pocos inspectores y técnicos fiscales tienen potestad para abrir investigaciones contra estos grandes capitales y que muy pocas personas cumplen condena por fraude fiscal.
Son los datos de este nuevo trabajo de investigación en el que el periodista Daniel Montero, tras sus dos primeras andanadas en forma de libro -La casta, sobre los privilegios de la clase política, y La correa al cuello, sobre el cerebro del caso Gürtel, todos de La Esfera de los Libros-, retrata a la insolidaria España. Hacienda, es su desmoralizante conclusión, no somos todos.
A la cárcel por hurtos de poco más de 400 euros, pero si defraudas más…tienes casi todos los números para salvarte
«Tristemente es así. Había un mito, una leyenda urbana, que decía que en España no había nadie condenado por fraude fiscal que estuviera cumpliendo en prisión. Instituciones Penitenciarias, para intentar frenar esa imagen, lo que hace es dar públicamente la cifra de personas que han sido condenadas y que cumplen condena en España por fraude fiscal. Son menos de cien. Entonces casi confirma más que desmiente el mito. Porque lo que vemos es que Hacienda siempre intenta pactar antes de llegar a un tema judicial ¿Por qué? Porque lo que le interesa a Hacienda es el dinero».
«Yo digo que la inspección de Hacienda es posiblemente una de las instituciones menos politizadas porque venga el que venga todos necesitan recaudar. Otra cosa es a qué destinen el dinero. Posiblemente una vez entre en la caja lo gestionaremos de manera distintas. Pero todos los gobiernos que han venido han tenido la necesidad de recaudar. Todos han hecho prácticamente las mismas promesas electorales. Todos han intentado bajar los impuestos sobre la renta, el IRPF, y de alguna forma más o menos clara subir los impuestos indirectos. Zapatero fue el colmo de aquello cuando prometió lo de los 400 euros y decía que España era el primer país que iba a devolver renta a sus ciudadanos y al año siguiente ya no había dinero para devolver esa renta. Hacienda había dado un informe diciendo que había un peligro de quiebra en el sistema. Y te dan ganas de decir ¿pero eso ustedes no lo sabían el día que hicieron las promesas? Y ahora llega el Partido Popular prometiendo que no va a subir los impuestos y lo primero que hace es subir los impuestos».
El PSOE mintió con el déficit y el PP con la deuda de sus autonomías
«Ahora nos hemos encontrado (y es que la hipocresía es patrimonio de todos) con el problema del déficit. Unos dicen que el PSOE mintió cuando no dio bien la cifra de déficit. Yo me lo creo, es imposible que no lo supieran y creo que mintió de forma manifiesta. Lo que pasa que el Partido Popular también mintió porque cuando llegó Mariano Rajoy dijo que tuvo que subir los impuestos porque se encontró una situación distinta. Y eso es manifiestamente mentira porque la inmensa mayoría del desacuerdo llega por el déficit de las comunidades autónomas. Las comunidades autónomas más endeudadas son las que gobierna el Partido Popular, con lo cual él tenía que saber necesariamente cuál era la deuda de sus comunidades autónomas».
Desde que nos levantamos pagamos impuestos
«Una de las principales alertas que cuento en el libro es que hemos mecanizado el pago de impuestos. Pensamos que el pago de impuestos es lo que Hacienda nos ha quitado de la nómina y lo que se lleva de IRPF cuando hacemos la declaración de la renta. Pero, ¿que pasa con todos los impuestos indirectos? Te levantas, te das una ducha y el agua tiene una carga del 80% de impuestos. Si toma el desayuno, este tiene una carga como poco del 8% del IVA. El IVA tiene situaciones absurdas, algunas que ya se han corregido. Antes por ejemplo el caviar tenía una fiscalidad más barata que productos de primera necesidad como puedan ser unas compresas. Puede que el tabaco sea una cosa totalmente accesoria, pero la gasolina la necesita todo el mundo y le cuesta lo mismo a un pensionista que a un alto directivo de una empresa».
«Si vivimos en un mundo donde hemos dicho que los impuestos deben ser justos y redistributivos, pues tenemos que plantearnos el porqué de estos impuestos indirectos y de porqué hemos mecanizado ese pago de impuestos tan constante. Digo en el libro que un mileurista paga cinco veces más impuestos que una multinacional, porque no nos damos cuenta de los impuestos que pagamos. El pagar impuestos supone que cuantos más pagas y más conciencia tienes de que estás pagando, eres más ciudadano y vas a exigir más responsabilidades».
En un viaje a Yemen tuve un encontronazo con el embajador porque estaba entorpeciendo nuestro trabajo allí y muy vehementemente le dije que ese era mi trabajo y que lo que tenía que hacer era ayudarme. Cuando volví al coche, el traductor me preguntó: «¿Por qué hablas así al embajador?» Y yo le dije: «Pues cómo le voy a hablar, este señor está aquí para ayudarme. A este señor le pago yo el sueldo». Ellos no lo entendían así porque en Yemen nadie paga impuestos y el pensaba que esos derechos como ciudadano no le asistían. ¿Por qué no interesa que sepamos que presión fiscal hay sobre un trabajador o sobre las familias? No hay estudios en este país que lo determinen, porque eso implicaría que la gente exigiera más responsabilidad».
Un trabajador regala 146 días al Estado
«Esos 146 días que se trabaja para el Estado es el precio de ser ciudadano, a unos les parecerá poco, a otros les parecerá mucho. Todos los servicios que tenemos en este país no se pagan gratis, el problema es si todos aportamos lo mismo. Hay un informe de Hacienda que publicó El País, aunque sin nombres y apellidos porque los datos personales son privados, que decía que las grandes empresas pagan el 10% de efectivo de los impuestos. Pero, ¿si tienen que pagar un 30% como llegan a pagar un 10%? Porque tienen una serie de rebajas fiscales por inversiones, algo que al ciudadano no se le permite. Imaginemos que un ciudadano pudiera desgravarse la compra de una casa, pero también su propia formación porque es un gasto personal».
«¿Por qué no contemplamos nunca que un ciudadano necesita un coche para ir a trabajar y a lo mejor también se lo podría desgravar? Nunca contemplamos al ciudadano como una S.L y también tenemos nuestras necesidades, pero como somos unos asalariados no podemos desgravar. Cuando vamos a preguntar el por qué de esta situación, te llega un señor y si tiene suficiente confianza contigo te dirá: «Es por recaudar». Si ese es el planteamiento por lo menos dígamelo en la cara y planteemos si soy yo y los ‘pringaos’ como yo los que tenemos que sufragar este estado».
No sabemos quién defrauda a Hacienda
«En este país hay una colisión entre el dato personal y el dato privado. No todos los datos personales tienen que ser privados. Los datos fiscales eran públicos hasta que llegó ETA. ETA intentó usar esos datos para pedir el impuesto revolucionario y entonces se hicieron privados. Ahora ETA ha desaparecido, supuestamente, y veremos si se recobra esa libertad que teníamos. Cuando una persona gana su dinero de forma limpia, no creo que tenga ningún problema en que conozcamos como lo ha hecho. En algunos países de la UE donde la información fiscal es pública, el fraude fiscal es prácticamente cero porque las cuentas tienen que cuadrar. Habrá que elegir el grado de transparencia real que queremos».
Progresividad, palabra maldita. Realmente, ¿paga más quien más tiene?
«Hay que reconocerle al PP que ha intentado nivelar esa balanza en la última reforma, pero todo tiene truco. La presión fiscal durante el gobierno socialista tenía forma de campana, porque en el último tramo bajaba. Del 45% que pagaban las rentas más altas, ahora se les sube al 52%, pero lo que no se nos dice es que las rentas más altas eran de 150.000 euros en adelante y ahora hay un escalón más, entonces ese 52% afecta a muchas menos personas de lo que afectaba al 45% anterior. 186.000 personas cobraban más de 150.000, ahora ese 52% que se aplica, se aplica más o menos a 8.000 contribuyentes. Entonces nos dicen que han subido la cotización de las rentas más altas, el problema es que lo que antes pensábamos que eran las rentas más altas no es lo mismo que ahora».
Los supuestos recortes de sueldos a los diputados
«Hay determinadas preguntas que molestan y cuando preguntaba en Hacienda me decían: «La principal diferencia es que las dietas en este país no tributan hasta una determinada cantidad». Nosotros no podemos investigar dentro de las Cámaras lo que son dietas. En una empresa, un señor tributa una dieta y Hacienda le pregunta el cuándo, el dónde y el cómo».
«El Congreso dice lo que es una dieta y Hacienda no se puede meter. El siguiente problema es que además de las dietas, tienen unos complementos de libre disposición que son a través de una tarjeta de crédito, es decir, no es dinero que se ingresa directamente en su cuenta, con lo cuál, tampoco es un incremento patrimonial y no tributa a Hacienda. Dicen que es un complemento que utilizan por necesidad de su cargo y si vamos sumando este tipo de cosas al final decimos: «Oiga, pero es que su fiscalidad no es la misma que la mía». Como los diputados tienen un sueldo base, pero luego van sumando para luego poder decir públicamente que su sueldo es tanto, cuando en realidad solo un 25% de la Cámara cobre solo eso, porque luego tienen las famosas dietas. Tuve un debate acalorado con un senador por esto mismo y le pregunté si tenía un cargo. Su respuesta fue sí y le dije: «Vaya, que casualidad que haya ido a dar por azar con el que tiene dos cargos».
La business class de los eurodiputados
«Es una situación absurda. Dentro del Parlamento Europeo cada uno cobraba el sueldo que cada uno cobraba en su parlamento nacional y como hay tanta diferencia entre unos y otros, se les dejaba redondear su sueldo gracias a las dietas de transporte. Entonces, un diputado español tenía tarifa plana independientemente de la compañía con la que viajara a Bruselas. Iban en Ryanair pero facturaban como un billete de Iberia en ‘business’ y esa diferencia iba para el bolsillo. Para evitar esa especulación, eso se cambió y todos esos que iban en Ryanair pasaron a ir de verdad en clase ‘business’ de Iberia, porque como era lo que la Cámara pagaba y ya no se llevaban ningún beneficio… Luego fue esa famosa votación en la que alguien dijo: «Es que a lo mejor no tendríamos que ir en clase ‘business'». Y todos se rasgaron las vestiduras diciendo que como se les iban a privar de ese privilegio cuando se habían tirado años viajando en clase turista en otras compañías».
Ningún partido ha metido mano a las SICAV
«Más allá de las SICAV, hay miedo a la fuga de capitales. Vivimos en un mundo donde un señor no puede moverse libremente porque no tiene permiso para irse a otro país, pero el dinero sí puede irse donde quiera. Ese dinero líquido puede enviarse legalmente a Suiza, montar un negocio allí donde no van a pagar impuestos. O a Bahamas o a Islas Vírgenes o a cualquier paraíso con una fiscalidad opaca. Como hay que tiene esa posibilidad, tenemos que dejar que no paguen impuestos en este país para que no se lleven el dinero fuera. Pero eso tiene un peligro, que el ‘pringao’ al que si que le están cobrando impuestos se dé cuenta y exija esos mismos derechos»
«¿Cuál es el problema de meterle mano a las SICAV? Las SICAV están extendidas por casi toda la UE y están de moda las SICAV en Luxemburgo o en Lietchenstein. El problema es que si solo se regulan en España, el señor se llevará su dinero a una SICAV extranjera y se quedará sin pagar impuestos. Quién se va a perjudicar es España, que se va a quedar sin ese dinero líquido para inversiones. Y en una UE, con una moneda común, ¿cómo puede ser que tengamos una fiscalidad distinta?¿Cómo puede ser que no haya ningún líder europeo con los arrestos suficientes como para plantarse delante de la Cámara en Bruselas y decir vamos a terminar esta competencia fiscal absurda, vamos a regular todos estos agujeros y vamos a ponerle tapones a estos paraísos fiscales que tenemos en el mundo? El problema real de todo esto, que Francia tiene la Guayana, que Inglaterra tiene sus propios paraísos fiscales como Gibraltar, Holanda tiene las Antillas, Portugal tiene Madeira,… Esos problemas que todos los gobiernos critican, en realidad los están fomentando. Se necesita un cambio de filosofía».
Sólo 322 altos inspectores de Hacienda
«Eso fue un informe del Tribunal de Cuentas. Lo que contaba era que el descontrol en los grandes contribuyentes era tal que a veces se les reclamaba el dinero y el contribuyente pasaba, ni siquiera contestaban y la Administración no se daba ni cuenta. Había tan poca gente inspeccionando a los grandes capitales de este país que no había personal suficiente como para investigarlo debidamente. Si Hacienda tiene 7.000 personas dedicadas a la inspección y solo 322 se encargan de esto, los otros se dedican a investigar a los 18 millones de asalariados que forman parte del club de los ‘pringaos'».
Con la colaboración de Marina López, Roberto C. Rascón y Daniel Jarreta