José Antonio Anido Martínez

El guardia civil que brindaba cada vez que ETA asesinaba a un compañero

EL ESPAÑOL recoge el testimonio inédito del agente infiltrado entre terroristas; rebautizado como Joseph, fue mano derecha de Mikel Antza hasta que descubrieron su identidad

El guardia civil que brindaba cada vez que ETA asesinaba a un compañero
José Antonio Anido se convirtió en Joseph, agente infiltrado en ETA EE

Infiltrarse en ETA, convertirse en un hombre de confianza de los asesinos y recabar la información más valiosa sobre una bestia descomunal, con dentelladas feroces.

José Antonio Anido Martínez, con el verde de la Guardia Civil corriendo por sus venas, asumió aquella misión de tintes suicidas.

Corrían los primeros años de los 90 y este guión -que podría desbordar cualquier argumento de una película de ciencia ficción- supuso una de las claves de la lucha antiterrorista de este país.

Es la primera vez que José Antonio Anido cuenta su experiencia de infiltración con tanto detalle: desde los brindis que se le atragantaron para celebrar cada atentado de la banda hasta el miedo que le infundía dormir bajo el mismo techo que los pistoleros, según recoge Gonzalo Araluce en El Español.

«Aunque soy español había vivido en Estrasburgo (Francia) toda mi vida. Vine a España poco antes de ingresar en la Academia de la Guardia Civil de Baeza; hablaba español mal y con fuerte acento francés. Miembros de la Unidad de Servicios Especiales (USE) me hicieron una entrevista en la misma academia y me ficharon […] Me dijeron que me prepararían para infiltrarme en ETA, que sería largo, difícil; acepté el reto porque me atraía la aventura y quería ser útil para luchar contra el terrorismo. No tenía miedo en ese momento».

El adiestramiento de Anido no fue sencillo. Ocurrió entre noviembre de 1990 y mayo de 1991, explica en el libro Historia de un desafío. El agente se refiere a su propósito como la infiltración «en una banda terrorista de las más paranoicas».

Y, para ello, tuvo que enfrentarse a duras pruebas. Una de las condiciones principales en su formación era que no revelase jamás su identidad. Por eso sufrió cuando otros miembros del Cuerpo le detuvieron pensando que era un colaborador de ETA. Hasta tal punto había adquirido las destrezas de camuflaje.

En esas, José Antonio Anido dejó de existir. Nacía Joseph, simpatizante de los terroristas. «En mayo de 1991 mis jefes consideraron que ya estaba preparado y me marché al sur de Francia con una nueva identidad».

«Empecé introduciéndome en los ambientes relacionados con Iparretarrak (IK), donde yo era un insumiso y un borroka más; fumaba porros, escuchaba reggae…, lo que exigiera mi cobertura, la que habíamos preparado minuciosamente durante meses y que se había convertido en mi nueva vida».

Esa nueva vida arrancó con la inscripción en un curso de euskera en Bayona, donde contactó con gente del entorno de ETA. Joseph comenzó a ejercer como tesorero de la escuela y ayudante en la cocina.

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