Los pone de vuelta y media en una especie de duelo de móviles, al sorprenderlos en una calle de Barcelona colgando lazos amarillos a destajo. Son quizá unos antiguos franquistas reconvertidos en miembros de los CDR, que se encaran con la valiente ciudadana choteándose de ella.
Los radicales abueletes, lejos de achantarse, siguen a lo suyo, mientras son interpelados al grito de «¡sinvergüenzas!» y «¡guarros!».
«Sois unos sinvergüenzas. Estoy hundiéndolo todo, como ya os vais a morir os da igual»
«Esto es denunciable. ¿Sabe que está multado? Están guarreándolo todo, son unos guarros. ¡Sinvergüenzas!.
Los independentistas, al igual que la mujer, graban todo lo que está ocurriendo, «Tú mientras la tildan de «españolita tabernaria», aunque son ellos los que están cometiendo un delito al llenar de basura las calles de todos los catalanes.
«¡A prisión todos! Sinvergüenzas», dice la valiente de turno antes de irse.
