LA SEGUNDA DOSIS

«El Día de la Vergüenza: Sánchez consuma su infamia»

Estamos en un día negro para la democracia española, un día de claudicación, de abdicación, de derrota, de vergüenza, por culpa de un presidente socialista, capaz de entregar lo que sea para seguir en el cargo.

Oriol Junqueras y el resto de golpistas catalanes, condenados por sedición y malversación hace menos de dos años por el Tribunal Supremo, recuperan la libertad sin haberlo solicitado, sin haberse arrepentido de sus actos y sin el compromiso de no reincidir en el delito.

Pedro Sánchez, en una maniobra propagandística destinada a atontar todavía más a la militancia del PSOE, ha esgrimido razones de utilidad pública para justificar la claudicación, pero a nadie se le escapa que la única razón de fondo es la necesidad que tiene de los votos de ERC, para continuar durmiendo en La Moncloa.

Sánchez tenía que pagar una de las letras de cambio, que firmó el 1 de junio de 2018, cuando proetarras vascos e independentistas catalanes le ayudaron a sacar adelante su moción de censura contra Rajoy y lo ha hecho este 22 de junio de 2021.

No se si este martes, en el que Sánchez ha consumado oficialmente su infamia, quedará en las hemerotecas como el Día de la Vergüenza, pero es una jornada triste para España.

No se puede ir contra todo un pueblo para mantenerse en el poder satisfaciendo intereses particulares de una parte de Cataluña, amamantada en el odio a España y los españoles.

Y no se puede o mejor dicho, no se debe, hacer contradiciendo lo que decías ayer y defendías con ahínco hace nada.

Parece inconcebible que el jefe del Gobierno de un país consolidado y próspero de la Unión Europa, como es España, sea el principal instigador de la destrucción de su orden constitucional.  Pero eso es lo que está pasando.

Ni siquiera los sanchistas más serviles se creen la sarta de patrañas que desgranó Sánchez este 22 de junio, al terminar el Consejo de Ministros donde todos los miembros del gabinete –sin excepción- estamparon su firma al pie del documento donde se indulta a los golpistas catalanes.

Como el líder del PSOE, todos sus ministros, presidentes autonómicos y correligionarios saben de sobra que el indulto no busca la reconciliación del resto de los españoles con «los catalanes«, sino apaciguar a los sediciosos.

Es una claudicación en toda regla.

Y lo más chocante, al menos para mí, del engolado discurso con el que este martes ha intentado Sánchez justificar lo injustificable, es que el presidente socialista lo  pronunciase de pie.

No es coña.  Lo lógico, dadas las circunstancias, es que el líder del PSOE hubiera hablado de rodillas, no para pedir perdón al pueblo español, algo de lo que es incapaz, sino como muestra de sumisión ante Junqueras, Puigdemont, Rufián y compinches.

Otro detalle, menor, es que no ha permitido preguntas a los periodistas.

No creo que fuera por miedo a la prensa, porque la realidad es que la tienen perfectamente bajo control.

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