Quizá sea exagerado decir que Podemos ha muerto, porque conserva cinco ministros en el Gobierno Sánchez y a través de sus alianzas ejerce bastante influencia en bastantes ayuntamientos, incluido el de Barcelona, pero es indudable que ya no está en el primer plano.
Ha desaparecido del escenario y no sólo porque Pablo Iglesias, su fundador y dueño durante la pasada década, haya dejado sus cargos y se dedique a conspirar para hacerse millonario de verdad, que es lo que de verdad le quita el sueño.
La razón fundamental de la espectacular pérdida de poder y presencia de Podemos es el PSOE, que ha asumido sin ponerse colorado todos los postulados que inicialmente propugnaban los morados, incluyendo ahí desde el blanqueo de los proetarras al abrazo a los golpistas catalanes, pasando por la sintonía con los verdugos chavistas.
Lo he dicho muchas veces: el problema en España no son los Monedero, Iglesias y compinches, sino Pedro Sánchez.
El germen del mal está en el Partido Socialista Obrero Español.