La ministra de Igualdad, ex de Pablo Iglesias

Irene Montero equipara la situación de la mujer en España a la de Afganistán

Lo de Irene Montero, consorte durante mucho tiempo de Pablo Iglesias y ahora recluida en soledad en el chalet de lujo de Galapagar, es de aurora boreal.

La ministra de Igualdad ha sido entrevistada en el programa de radio La Cafetera, de Radiocable y sintiéndose en territorio amigo se ha dejado ir.

Sin frenos, porque Montero ha afirmado , entre otras cosas, que en todos los países hay formas «de oprimir a las mujeres».

Y no contenta con eso, la ministra consorte ha comparado Kabul con Madrid afirmando tajante que «eso pasa en Afganistán, pero también pasa en España con unas tasas todavía intolerables de asesinatos machistas».

Más fresca que una lechuga ha añadido que «la clave no es hacer una especie de competición o de ranking de a ver quién es más machista», sino generar alianzas para acabar con el patriarcado.

«Todas las culturas y todas las sociedades vivimos en sociedades patriarcales, en las que existe una «estructura de dominación que al final dice que el hombre, por ser hombre, tiene una serie de privilegios y la mujer por el hecho de ser mujer tiene una serie de derechos fundamentales no reconocidos».

«Cuando se habla de Afganistán, no hay que entrar en «una competición o ránking a ver quién es más machista, sino que hay que buscar soluciones para que las mujeres tengan acceso a derechos fundamentales como el acceso al trabajo, a la educación y a la sanidad».

Con una verborrea incomprensible, la fanática iletrada quizá esté proponiendo una especie de alianza de civilizaciones con las afganas para que las propias afganas, ya empoderadas, les digan a los barbudos que las aterrorizan que quieren llegar a casa solas y borrachas, o se pongan a asaltar mezquitas como si fueran niñas pijas despelotándose en una capilla universitaria.

Opina también Montero que ninguna intervención militar ha servido para restaurar o reconocer derechos a las mujeres, las niñas o las personas LGTBI. «Esta crisis demuestra que sólo si hay soluciones en el país y del país puede haber soluciones garantistas y de derechos humanos, y esto nos debe hacer pensar en cómo van a ser nuestras relaciones [internacionales]».

¿Pero qué pretende? ¿Acaso establecer relaciones diplomáticas con los talibanes tendentes a que estos reconozcan el matrimonio gay?

¿Que los barbudos criminales adopten en sus fetuas el lenguaje incluso del «todos, todas y todes»?

¿Cabe mayor estulticia?

El odio y el desconocimiento, la incultura y el fanatismo. Todo junto.

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