En el Partido Popular de Madrid han atendido las recomendaciones de Sanidad de suprimir las cenas de Navidad de las empresas, especialmente si son muy numerosas, y hay quien ha intentado sacar algún tipo de rédito mediático de ello, como Cristina Pardo.
Le salió horrible a la presentadora de laSexta en directo con una Andrea Levy muy acertada, pero no va a ser esa la última historia que se cuente sobre la cena que no será.
Y si no que se lo pregunten al periodista Rubén Amón, que este 14 de diciembre de 2021 publica una columna bastante divertida en El Confidencial, abordando con imaginación cómo habría sido esa cena del PP madrileño:
No podrá Ayuso reunir a sus comensales ni militantes más afines. Ni aprovechar esta clase de conspiraciones para socavar la autoridad de Génova. Casado no puede permitirse una insurrección encubierta, menos aún cuando los caldos y los espumosos al uso en estos rituales colectivos predisponen un ambiente de reyerta.
Aprovecha la tesitura el autor para contar algunas de las cosas habituales que se dan en las reuniones de este estilo y lo extrapola a la del partido madrileño de Ayuso:
Se termina diciéndole al colega del despacho de al lado lo que realmente piensas de él, no digamos si el compañero de despacho es Egea. O sucede que el consumo descontrolado de la bebida incita otras desinhibiciones […] Sería divertido asistir a una cena del PP presidida por Ayuso al abrigo de la militancia. Se empezarían cantando villancicos y se le terminaría rezando un réquiem a Casado. Le arrancarían la piel a tiras a Teodoro. Y prorrumpiría un estado de euforia capaz de trasladar a hombros a Ayuso hasta la sede de Génova, reclamándose para ella una sucesión por aclamación popular.
Así que todo esto le ha venido muy bien a Pablo Casado, según fabula Amón en un divertido retrato que ya, no será.
Pero probablemente la no cena siga teniendo cuerda para rato.
