Supongo que a estas alturas, por una vía u otra, en el televisor o en el teléfono, ya habrán visto la grotesca intervención del socialista Patxi López desde la tribuna del Congreso de los Diputados.
Y habrán escuchado al portavoz del PSOE decir, con gesto hosco y aires de rufián, eso de que «no hay Dios que pueda decidir sobre las mujeres”.
Todo para intentar abrir una brecha entre PP y VOX, a propósito de la propuesta pronatalidad de estos últimos en Castilla y León y mientras los parlamentarios del PSOE, Podemos, Bildu, ERC y otros zarrapastrosos aplaudían como carneros.
Estoy en una etapa de mi vida en la que tengo muchas más dudas que certezas y abundan los asuntos esenciales sobre los que ni me atrevo a pronunciarme, pero escuchar a semejante garrulo usar el nombre de Dios en vano, me ha estremecido.
Me he acordado de que en el internado de los jesuitas, en Leon, hace más de medio siglo, bajo la supervisión de un cura que era más rojo que las amapolas y acabó en Bolivia levantando el puño y de ministro del Interior, representamos en una ocasión ‘Antígona’.
Doy por supuesto que a un berzotas como López, que presumía en su curriculum oficial de ser ‘ingeniero industrial’ y jamás aprobó asignatura alguna, lo de ‘Antigona’ le sonará a crecepelo.
Un asno de esa catadura debe pensar que ‘tragedia griega’ es perder el autobús estando de vacaciones en Atenas.
En la obra de Sófocles, escrita 441 años antes de Cristo, Creonte, rey de Tebas prohibe que se sepulte a Polinices, para que su cuerpo se pudra a la intemperie y sea devorado por las bestias.
Antígona, sobrina del tirano y hermana del fallecido, recoge el cadáver, lo lava, cumple el ritual funerario y la da sepultura.
Sorprendida por los sicarios del gobernante es condenada a muerte y cuando está a punto de ser enterrada viva, afronta a Creonte y le espeta orgullosa: “Hay leyes de Dios que son anteriores a las leyes de los hombres”.
No voy a entrar en el apasionado debate del Derecho Natural y si existen o no derechos universales, anteriores, superiores e independientes al derecho escrito, al positivo y al consuetudinario, porque no estoy capacitado, pero les voy a recordar algunos hechos que obligan a la reflexión.
Hace apenas dos siglos, la esclavitud seguía siendo legal en los países más avanzados del mundo, incluyendo España.
Hoy nos paree una aberración, pero la propia Constitución de Cádiz, aprobada el 19 de marzo de 1812, dejaba explícitamente al margen de la ciudadanía española a la población de origen africano y no abolía la esclavitud.
Hay todavía 13 países donde ser homosexual se castiga con pena de muerte. Y en unos, con total apoyo del parlamento, del Gobierno y los jueces se arroja a los gays desde lo alto de los edificios y en otros se les ahorca en grúas.
