"Tal vez haya llegado el momento de que los socialistas se interroguen sobre si no será el problema el candidato"

Alfonso Guerra exige a los socialistas que espabilen y se hagan la pregunta clave sobre Pedro Sánchez

"Lo que se anuncia para el 23-J es la persistencia en el error, es agrupar otra vez a los socios fracasados para detener a un nuevo gobierno de ultraderecha"

Alfonso Guerra y Pedro Sánchez.
Alfonso Guerra y Pedro Sánchez.

Un socialista histórico que, a buen seguro, Pedro Sánchez querría quitarle el carnet del PSOE.

Alfonso Guerra, que no es sospechoso de compadrear con la derecha, se lleva las manos a la cabeza con las decisiones del presidente del Gobierno socialcomunista.

En un artículo en ‘The Objective analiza el movimiento hecho por el jefe del Ejecutivo de adelantar las elecciones generales al 23 de julio de 2023.

Subraya que su decisión estuvo obligada por el varapalo recibido el 28-M. Y es que, de haber aguantado hasta diciembre de 2023, podría haberse desatado una rebelión dentro del PSOE:

El presidente se percató de que solo había una forma de trocar las lanzas en aplausos: convocar elecciones; lo que obligaría a los militantes y dirigentes descontentos a simular su apoyo al secretario general, cuya estrategia de campaña acaba de ser derrotada. Si se organizan comicios, mítines, reuniones en medio de una campaña electoral, cualquier crítica a la reciente gestión pasada, de sólo unos días atrás, podrá ser calificada de deslealtad al partido por parte de los acólitos del secretario general.

La lógica previsión de un Comité Federal exigente de la responsabilidad de la derrota se transforma en una ficción en la que el conductor de la estrategia derrotada salga bajo palio de la reunión. Habilidad y argucia no se le puede negar.

Para Alfonso Guerra, muchos dirigentes locales y autonómicos del PSOE fueron conscientes de que sus puestos estaban en peligro desde el mismo momento en el que Pedro Sánchez se echó en los brazos de Pablo Iglesias:

Los alcaldes, consejeros y presidentes de comunidades autónomas que han sido desalojados pueden fácilmente rastrear cuando se estropeó todo. El día en que Pedro Sanchez se unió en un abrazo con Pablo Iglesias Turrión se firmaba el acta de defunción política de miles de responsables políticos socialistas.

Abandonar el socialismo liberal que había impregnado la acción del PSOE durante 140 años para substituirlo por una alianza de radicales, populistas, independentistas y herederos del terror significaba un cambio brutal en la tradición y el pensamiento del PSOE.

Guerra cree que habría posibilidades para el PSOE de revertir el 23-J lo sucedido el 28-M, pero al mismo tiempo considera que eso no pasará porque volverá a pactar con los componentes populistas, proetarras e independentistas que ya le sostuvieron en esta legislatura:

Aun con todo, una buena campaña podría hacer cambiar las previsiones. Claro que esa campaña tendría que implicar un cierto grado de rectificación de la estrategia que ha llevado a la derrota de los socialistas. Pero no, lo que se anuncia es la persistencia en el error, es agrupar otra vez a los socios fracasados para detener a un nuevo gobierno de ultraderecha.

Finalmente, Guerra entiende que deben ser los militantes del PSOE los que empiecen a hacerse preguntas sobre Sánchez y la conveniencia o no de que sea el candidato a unos nuevos comicios:

La propia reacción del secretario general en funciones de presidente del Gobierno disolviendo la Cámara y convocando elecciones sin siquiera haber felicitado al ganador de las celebradas hace pensar en que la campaña será poco útil para los intereses de los socialistas. Tal vez haya llegado el momento de que los socialistas se interroguen sobre si no será el problema el candidato.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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