Juan Luis Cebrián ya no sabe en qué idioma decirlo.
El que fuera director de ‘El País‘ vuelve a exigir la dimisión de Pedro Sánchez en un artículo en su tribuna en ‘The Objective‘.
En una columna titulada ‘El rostro de los políticos’, hace un recordatorio de esa memoria histórica que tanto le gusta sacar al inquilino de La Moncloa:
«Juan Carlos no puede ofrecer un rostro diferente al de Pinochet«. El que fuera corresponsal del diario Le Monde en España durante los años 80, Thierry Maliniak, cuenta en su libro ‘Los españoles‘ que esta frase se podía leer en el periódico El Socialista, portavoz del PSOE, publicado en diciembre de 1975 tras la muerte de Franco. Estaría bien que en la habilidosa resurrección del dictador hecha por el sanchismo para ilustrar a los españoles sobre la desmemoria histórica de sus actuales gobernantes, se explicara a la ciudadanía sobre el panorama del socialismo patrio tras exhalar el Generalísimo su último suspiro.
Menciona la frase lapidaria que soltó Felipe González cuando presentó en 1979 su dimisión como líder del PSOE:
En su dimisión de 1979 Felipe González aludió a la necesidad de demostrar que no todos los políticos son iguales. Con motivo de la dana de Valencia se ha puesto de manifiesto: el aferramiento a sus cargos de los primeros responsables de la falta de reacción ante la catástrofe, que son los presidentes del Gobierno de España y de la Generalitat valenciana. Todo ello en medio de la corrupción de los partidos, sin distinciones ideológicas, las acusaciones e interferencias del Poder Ejecutivo contra el Judicial, y la persecución a la prensa no adicta.
Y recalca que Pedro Sánchez debe de coger recortes:
Ojalá el presidente del Gobierno aprendiera estas lecciones y entendiera que su dimisión, como las del fiscal general del Estado y del presidente valenciano, es exigible por evidentes motivos éticos, al margen el debate político. Y no continúe el inquilino de la Moncloa con sus intentos por convertir el PSOE en un título de propiedad a nombre de Pedro Sánchez. No vaya a suceder que su rostro se acabe pareciendo al de Maduro, un buen amigo de Rodríguez Zapatero y el Pinochet de nuestros días.