Zapatero y Berlusconi se fueron juntos, sin testigos, fotográfos o nota oficial
Dicen que fue en tono de broma, pero estando por medio Silvio Berlusconi, nunca se sabe. Tras la cumbre bilateral en La Magdalena, durante el almuerzo, el presidente del Gobierno italiano invitó a Zapatero a tomar un café en Villa Certosa, la lujosa villa donde entretiene a sus huéspedes con juergas de gran calado. El socialista español accedió.
Después explicaría que todo fue por «cortesía»:
«Siempre procuro corresponder con las invitaciones y las agendas de los anfitriones [y más las] de un primer ministro con el que compartimos proyecto en la Unión Europea».
Lo cierto es que se marcharon juntos, sin fotógrafos, sin nota oficial y sin delegación a Villa Certosa, el escenario de los revolcones con las «velinas«.
Antes, justo cuando se iba a iniciar en La Magdalena la cumbre bilaterl España-Italia, Berlusconi se había dirigido sigilosamente a su homólogo español y, señalando a la batería de fotógrafos que se aprestaba a inmortalizar con sus cámaras el momento, le había susurrado al óido:
«Ves, ellos son la parte buena de la información porque son televisiones y por tanto no cambian las palabras. Y los fotógrafos no cambian las imágenes… A los periodistas, los malos, los veremos por la tarde».
El tono fue jocoso, pero a nedie le puede pasar por alto que Berlusconi sabe de lo que habla. No en vano controla la televisión privada italiana, posee varios diarios y trata a baquetazos a los que le critican, que son legión.
Hasta ha comenzado a demandar a los periódicos, incluido El País, por publicar reportajes sobre su vida privada y supuesta implicación en escándalos sexuales.
Y se preguntan en el blog 233Grados: ¿Hay motivos para pensar que los periodistas radiales y televisivos son más complacientes y los de los medios escritos más duros?