Cuevas: Como periodista me siento limitado, pudiéramos hacer investigaciones, pero si lo hacemos ya no estuviéramos aquí. Los héroes están sepultados, yo no quiero ser héroe
Carlos Ruiz prefiere no desvelar su identidad. Es mexicano. Fotoperiodista. Combina su profesión con el control del miedo. El temor a levantarse y no volver a casa vivo. Cubre narcotráfico en una zona fronteriza con EEUU.
«Me llaman personas anónimas para amenazarme. Controlan todos mis movimientos. Esto genera muchísima ansiedad»
EL DOMINIO DE «LA FAMILIA»
Ciudad Altamirano, una zona limítrofe de los Estados de Guerrero y Michoacán, a unos 300 kilómetros de Ciudad de México, está dominada por ‘La Familia’, sanguinario cartel de las drogas envuelto en una disputa con otras grandes organizaciones del narcotráfico que ha dejado en tres años más de 14.000 muertos.
A esa violencia no son ajenos los periodistas: México es el país más peligroso del continente para la prensa, con 57 comunicadores asesinados y diez desaparecidos desde 2000, según Reporteros sin Fronteras (RSF).
Cuevas, periodista mexicano que dirige un diario:
«Cuando vemos en el teléfono ‘número privado’, sabemos que es alguien de algún bando. Nos reclaman por qué no publicamos los mensajes que dejan a un lado de los cadáveres, o nos exigen que no publiquemos los del otro grupo»
MIEDO CONSTANTE
Marfelia Zavaleta, secretaria del diario, a menudo recibe las llamadas y tan sólo al ver «número privado», se pone a dar vueltas en la minúscula redacción, nerviosa, hasta que se atreve a levantar el auricular.
«Me atacan los nervios, se me olvida lo que me dicen. Iba a renunciar cuando mataron a uno de los repartidores, tenía 16 años. No estaba vendiendo el periódico, parece que era ‘halcón'»
Israel Flores, reportero de 30 años y que hace 15 trabaja en ‘El Debate’, con una pausa de cinco años para estudiar periodismo en Ciudad de México, llega temprano a la redacción porque fue «un día tranquilo», sin asesinatos ni otros hechos criminales.
«Tomo muchas precauciones al salir a la calle, con la familia, llamo a mi esposa cada cierto tiempo. Algunos me dicen que mejor me vaya, que me dedique a otra cosa, pero es el gusto de la profesión y yo soy de aquí. A veces sí te hartas y necesitas un descanso»
«NO QUIERO SER UN HÉROE»
En cambio, a sus 58 años, Cuevas no toma precaución alguna ni tiene seguridad en el diario. «Somos tan frágiles, estamos tan desprotegidos, que si estas personas quieren, vienen a la oficina y me llevan a mí o a todos, o nos atacan», dice.
«Como periodista me siento limitado, pudiéramos hacer investigaciones, pero si lo hacemos ya no estuviéramos aquí. Los héroes están sepultados, yo no quiero ser héroe»
(Agencias)