Si aceptáramos que se puede hacer un montaje "pedagógico", todo vale: la foto de Bauluz y su encuadre selectivo o el uso de photoshop a tutiplén
Los hijos del fotógrafo Agustí Centelles han admitido que la famosa foto de los caballos «estaba preparada». «Es una instantánea real en el mismo sitio, pero no es un documento de esos que estás fotografiando mientras sucede, sino que captas lo que ha sucedido». Tras destaparse el montaje de la foto de ‘El Miliciano Muerto’ de Robert Capa, se cae otro icono del fotorreporterismo de la Guerra Civil.
Octavi y Sergi Centelles:
- Mi padre reconocía que había dos fotos preparadas, que no quiere decir montar un atrezo y hacerlas, sino que no eran documentos del momento. La famosa foto de los caballos es la última.
- Pactó con la guardia de asalto que cuando estuviera limpio haría la foto. Llega la Guardia Civil, se lleva a toda la gente para la calle Diputación con Llúria, y él vuelve corriendo. Se ponen, hacen la foto en la misma esquina. Es una foto en tiempo real en el mismo sitio, pero no es un documento de esos que estás fotografiando mientras sucede, sino lo que ha sucedido.
En los comienzos de la Guerra Civil española (1936-1939), el mítico fotorreportero Robert Capa —anónimo por aquel entonces— tomó la instantánea. El miliciano muerto, uno de los iconos del siglo XX y símbolo de la tragedia en cualquier guerra. Según la versión oficial, esta fotografía captó por primera vez en la historia el preciso instante de la muerte en plena batalla.
Hugo Doménech y Raúl M. Riebenbauer realizaron una ‘autopsia’ de la histórica instantánea sobre la Guerra Civil, convertida ya en un símbolo de las tragedias bélicas, en el documental La sombra del iceberg de investigación que se llevó el Primer Premio en DOCSDF 2007 y Docusur 2007.
¿Se pueden aceptar estos montajes? ¿Dónde están los límites del fotorreporterismo? Santiago González reflexiona sobre este asunto en su blog:
- Si aceptáramos que se puede hacer un montaje «pedagógico», todo vale: la foto de Bauluz y su encuadre selectivo o el uso de photoshop a tutiplén. ¿Por qué no un poco más de sangre, después de todo? Si se acepta esto tenía razón Enric Marco. ¿Qué más da que él no estuviera en el campo de concentración de Flossenburg? Otros miles sí estuvieron y Marco contó sus historias para reivindicarlos. Lo hizo porque tenía más talento narrativo que sus verdaderas víctimas y lo hizo en primera persona para añadirle carga dramática.