La víspera había saltado la noticia de que Félix Monteira, director hasta entonces del diario Público, sustituía a Nieves Goicoechea, ex periodista de la Cadena SER, al frente de la Secretaría de Estado de Comunicación.
Félix Madero solicitó a los tertulianos de Protagonistas una interpretación.
La de Fernando González Urbaneja, cuya atalaya como presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), junto a su larga y variada experiencia profesional, le permite analizar los vaivenes del periodismo español con enorme criterio, fue concluyente:
«Que Zapatero vaya por el cuarto secretario de la ‘cosa’ es muy mala señal».
Es una interpretación en clave política, que comparten algunos de los que mejor conocen lo que ocurre tras bambalinas en La Moncloa.
Javier Valenzuela, que fue estrecho colaborador del presidente Zapatero durante la primera legislatura de este, comentaba casi a la misma hora en «Días como hoy» de RNE que inicialmente había creído que el Gobierno socialista tenía un problema de comunicación, pero que se trata de falta de claridad en los objetivos y de descoordinación:
«En el Gobierno hay tres o cuatro almas y a veces da la impresión, incluso, que dentro del propio presidente hay varias almas».
Miguel Angel Aguilar, cuya antipatía hacie el PP es tan manifiesta como su simpatía hacia el PSOE, ha escrito en un artículo publicado en El País y titulado «Comunicación sin fallos«, que no falla la comunicación, sino el Gobierno.
No se sabe qué comunicar porque no se actúa de acuerdo con una política y un plan adecuado, falta claridad en los objetivos, hay descoordinación y en esas circunstancias, cambiar cada poco de Secretario de Estado de Comunicación, es «muy mala señal«, como dice González Urbaneja.
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