¿Puede ser descrito el Grupo [Intereconomía] que preside Julio Ariza, ex diputado del PP en el Parlamento catalán, como de extrema derecha
Entre la cirrosis y la sobredosis, como cantara Joaquín Sabina en otros tiempos mejores, para él, para su voz y para su público. En el ‘tocata’ suena el rock de la negociación y en El País no andan nada contentos por cómo se están haciendo las cosas. Y en espacio preferente en el escenario, Jesús Eguiguren, con el micro en la mano. ¡Guau! La ‘vedette’ mediática del socialismo vasco, eterno aderezo de las salsas con la izquierda ‘abertzale’, hablaba este lunes en Onda Cero de la “barbaridad” que sería negociar con ETA. No con sus primos políticos, los de Batasuna, ojo. “ETA se tiene que disolver sin que se negocie con ellos y Batasuna se tiene que legalizar sin que se cambie la Ley de Partidos”, aseguraba.
ETA: CACHETE Y EXTINCIÓN
En El País se daban cita dos formas diferentes de entender la negociación que nos viene y el periodismo. Por un lado, Luis R. Aizpeolea, que de nuevo, como hace años, volvía a coger aire para narrar,con marchamo oficial, los intríngulis de la misma como periodista privilegiado a pie de calle, o de despacho más bien. El veterano periodista de Prisa hablaba del acto conjunto del domingo entre Eusko Alkartasuna y Batasuna tildándolo de “logro político en clave interna” para ésta última, al haber asumido EA sus tesis.
“La izquierda ‘abertzale’ tendrá muy difícil regresar a la legalidad si no logra el cese definitivode ETA –no vale una tregua parcial– o se desmarca claramente de la banda. Y aún no ha sucedido ni lo uno ni lo otro”, señalaba Aizpeolea. La otra concepción llegaba desde la torre de marfil del editorialista, esta vez José María Ridao: “Si la banda está tan débil como parece deducirse de las detenciones continuas y de su falta de actividad, entonces se comprende por qué algunos de sus miembros, además de los dirigentes políticos de su entorno, se muestran ansiosos por representar un armisticio.
En realidad, es el único capital del que disponen”. Ridao señalaba, además, otra hipótesis sobre el fin de ETA, menos lucida para el Gobierno ‘pacificador’ pero igualmente plausible: el “desenlace por extinción”, la ‘grapización’ de la banda terrorista. Y por eso mandaba su particular recado: “Ninguna prisa, ninguna urgencia se lo exige ni al Gobierno ni a los partidos democráticos”. Lo de llegar a un acuerdo con Batasuna, claro.
SALAFISMO Y DEMAGOGIA
Otra que también es preocupante: “El salafismo se hace con el control de cinco mezquitas en Tarragona”. La noticia era de El País –es de suponer que otro órgano más de ultraderecha, según la particular clasificación del censor de peloblanco por todos conocido– y venía bien al hilo de lo perpetrado por el demagogo comisario político de Opinión de Público, Marco Schwartz, que se dejaba caer con un artículo sobre la prohibición del ‘burka’.
“Pese a no constituir un problema social”, comenzaba, y ya se retrataba desde el inicio. Si no lo constituye, ¿por qué se habla de él? ¿En qué se apoyaba para tal enunciado? ¿En la comunidad de vecinos de Ian Gibson? Como no podía ser menos, a Schwartz le salía el recurso habitual. ¿Adivinan cuál era la comparativa? ¡Premio, las monjas!
Nuestro buen hombre aquí reseñado pedía también a los que defienden la prohibición del ‘burka’ la “eliminación del hábito de las monjas, cuya finalidad no es otra que ocultar las características físicas de la mujer, cabello incluido”. Algo traído muy por los pelos. Lo de la finalidad del hábito no se queda, además, en eso. Pero para asuntos teologales ya está José Bono. Carrera de San Jerónimo, 39, Madrid, si no le falla la memoria a este Trasgo. No digan que van de parte de La Gaceta. No les recibirá.
Retomando el hilo, ¿cómo terminaba el artículo de Schwartz? Pues con lo normal: predicando lo que no cumplía. Ahí se lo dejo: “Prohibir o no prohibir. Bienvenido el debate, sin demagogia y con rigor intelectual”. Justo lo que había brillado por su ausencia en los párrafos que había escrito.
ESA HUELGA INFAME
La vieja Joven Guardia Roja mediática no quiere la huelga de los sindicatos. En su órgano, El Siglo, había alguna que otra muestra. Su director, Pepe García Abad, ya lo apuntaba desde el principio en eltitular: “Una huelga general de puro trámite”. Según el periodista de la barbita, y se pongan como se pongan Comisiones Obreras y UGT, una huelga general “es, por definición, una huelga política, o sea, se convoca contra el Gobierno, y éste es su Gobierno”. Por si no hubiera quedado suficientemente claro, desfilaba por sus páginas José Antonio Labordeta, que, sin llegar a mandarlos ‘a la mierda’, también criticaba a los sindicatos por convocar una huelga “absolutamente inoportuna”. El ex diputado aseguraba estar valorando borrarse de CC OO, a la que pertenece desde 1974. Y es que ya nada es lo que era.
EL DISCO RAYADO DE SOPENA
“La ultraderecha encuentra refugio en Intereconomía y ‘El Semanal Digital”, titulaba el digital que menos honor hace a su nombre, y donde aprovechaban para cargar contra Enrique de Diego y el columnista de La Gaceta Antonio Martín Beaumont. La ‘noticia’ merecía, además, un comentario del censor que dirige –y censura– dicho medio, Enric Sopena. Así que vamos por partes. A De Diego le caía la rabieta de la secta ‘sopenita’ por haber publicado varios artículos favorables a Josep Anglada y la Plataforma per Catalunya en medios de Intereconomía y en el digital de nuestro colaborador, Martín Beaumont.
El propio gurú de la secta, Sopena ‘in person’, hombre de obsesiones –y una de ellas, este Grupo– se arrancaba por peteneras: “¿Puede ser descrito el Grupo [Intereconomía] que preside Julio Ariza, ex diputado del PP en el Parlamento catalán, como de extrema derecha? Sí, desde luego, aunque lo nieguen sus directivos a voz en grito”. ¡Caramba! Eso está bien: hacer una pregunta al personal y responderla uno. Una muestra más de los ademanes autoritarios de quien pregona que “El Plural’ no surgió para bailarles el agua a los antidemócratas y tampoco a los franquistas disfrazados de seda”.
Y lo curioso es que él mismo tiene mucho de ambos. Su respeto por la libertad de expresión y su defensa en la lucha contra la censura son proverbiales, como ya destapó su colaborador Carlos Carnicero. Tanto que no entiende que en otros medios exista la primera –la libertad de expresión– y no se atienda a la segunda –la censura–, razón por la que intenta regañar a todo el que no le baila el agua.
Que en esta ocasión ha incluido también a los amigos de ‘El Semanal Digital’ y a su director, “articulista de La Gaceta” y cuya trayectoria “incluye sólidos vínculos con el Partido Popular”, como si no fuera conocido su papel como presidente de Nuevas Generaciones y diputado autonómico. El ‘pecado’ de Martín Beaumont ha sido más de lo mismo: no decir a DeDiego lo que tiene que escribir. O sea, no censurar.
En cuanto al “círculo de amigos” con José Luis Ulibarri en el que le sitúa, ¿se refiere a ese que se hacía fotos con José Luis Rodríguez Zapatero en León, al que ponía como ejemplo de “empresario emprendedor” y que se benefició de contratos con Administraciones socialistas?
Y lo peor –bueno, tampoco tanto, que no ofende quien quiere, sino quien puede, y a éste le tenemos cogida la medida– de todo es el tono de homilía, de disco rayado, de sus acusaciones. Viejos resabios, suponemos. ¡Qué cansino! Siga preparándole cenas a Esperanza Aguirre en su casoplón de Los Jerónimos, quéjese de que el PSOE de Zapatero no le hace suficiente caso y tómese unos cereales de esos que dan la felicidad, a ver si se le pasa el cabreo permanente. Pero de lo de querer mandar en las casas de los demás, nanay.
Originalmente publicado en La Gaceta.