El presidente del Congreso recibió al socio de su mujer en su despacho de la Cámara baja
Voy a pedirles disculpas de antemano. La celebración del Mundial de fútbol tuvo sus daños colaterales, así que esta página de hoy es, casi, como un partido en diferido. Es lo que tiene ser un Trasgo amarillo con los ojos rojos por falta de sueño y la garganta ronca.
Ahora que lo pienso, ¿seré rojigualda? Ahí queda la pregunta y ahora les paso el menú, ya descongelado y aliñado con algo de ‘surimi’ periodístico.
Hablando de rojigualdas, el comisario político de Opinión de Público estaba picajoso con el asunto. ¿Qué demonios tiene esta gente que ni siquiera pueden disfrutar de un día feliz, con la excepción de José María Izquierdo, de Elpais.com, que se tomó la cosa con calma? «La derecha y La Roja», titulaba el de Barranquilla, para asustar a su parroquia sobre una «derecha irascible» que, a costa del Mundial, «intentó convertir en campo de batalla ideológica mediante una utilización descarada de la Selección española». ¡Toma, y eso lo dice el responsable de un diario que el domingo pasado llevaba en sus páginas deportivas columnas de José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Cayo Lara sobre el fútbol!
Claro que para utilización de estas cosas del Deporte ya está el señorito de Schwartz, Jaume Roures, ¿verdad? Tal vez por eso era mejor lanzar la pedrada a «quienes por histeria ideológica se niegan a llamar a la selección la Roja, como la bautizó hace dos años Luis Aragonés, y prefieren denominarla ‘la Rojigualda». Que sea un comisario político de Público quien acuse de «histeria ideológica» es para caerse de la silla de la risa…
MONTILLA, EL DESAPARECIDO
Porque si pretendían ustedes enterarse por Público el domingo pasado de lo que le sucedió al ‘president’ José Montilla en la manifestación del sábado iban dados. El suceso estaba prácticamente oculto en una crónica del periódico de Roures, donde podía leerse que la manifestación «registró un único incidente cuando un exaltado se encaró con el ‘president’ Montilla y tuvo que ser interceptado por el servicio de seguridad».
Ahora bien, si uno se iba a El País podía encontrarse que el ‘affaire’ fue un poco diferente.
Para empezar, el diario de Prisa daba cuenta de que Montilla llevaba a su alrededor un cordón formado por «una quincena de miembros de su cuerpo de seguridad» y que se encontró con «una cincuentena de persona persiguiéndole». «A los radicales se les fue sumando gente al ver que Montilla abandonaba la marcha», continuaba dicho periódico, concluyendo, tras refugiarse en la Consejería de Cultura, que «un centenar de personas, de todas las edades, le esperaban fuera a gritos de ‘botifler’ (traidor) y españolista».
GIRA QUE TE GIRA
En ‘La Noria’ de Telecinco, el sábado pasado, nos promocionaban un poquito con la portada de la audiencia del ya penúltimo partido de la Selección.
Incluso aparecía Antonio Jiménez ataviado de mozo ‘sanferminero’.
También compartía ese honor con Carllos Herrera. Todos, claro, como representantes de los medios más conservadores.
Que casi es algo digno de medalla si se nos contrapone a gentes como Iñaki Anasagasti -ese mendigo de protagonismo-, Josep Lluís Carod-Rovira o ciertos programas de TV3. Al fin y al cabo, la mesa de debate de ese espacio nos ofreció algún momento memorable.
Como ese en que la cámara sacó un plano de Alfonso Rojo, con cara de estar flipando en colores con un Enric Sopena al borde del sofoco durante su intervención.
LA PROTAGONISTA
Pese a todo, la atención de la noche correspondió a Pilar Rahola. La antigua musa del Partit per la Indepèndencia, ese fiasco político capitaneado por el siempre inquietante y vidrioso Àngel Colom -reciclado en capitoste de CDC y ahora en la picota por lo del Palau- fue la encargada de ‘mariantonizar’ el debate.
Con trolas y ‘patinazos’, incluidos, claro. Porque a ver, ¿cómo es eso de la Contrarreforma y Jovellanos?
¿No dicen los manuales de Historia que la Contrarreforma es de los siglos XVI y XVII y el insigne asturiano de finales del siglo XVIII y principios del XIX? ¿Acaso no apoyó Cataluña, o más bien sus élites, al pretendiente austrohúngaro que continuaba la línea de los Austrias españoles, representantes destacados de la Contrarreforma? ¿No se celebra el 11 de septiembre la toma de Barcelona por los centralistas Borbones?
Pero no fue ésa la única de Pilar Rahola. «A José Bono le pegaban con una bandera española los amigos de éstos», saltó enfurecida a la bancada ‘conservadora’, perdiendo los papeles y el ‘oremus’.
Y eso que, si mal no recordamos, el asunto ese quedó en agua de borraja.
Pero ¿qué se puede esperar de alguien que le espetó a Rojo «tu amigo Jiménez Losantos»? Sí, seguro.
Que se lo pregunten al de Teruel. Y eso sin contar el intento de minimizar lo de Montilla. Que, por cierto, se cargó el reportero de ‘La Noria’ que estaba allí al hablar de «cientos de personas enfurecidas».
Lástima que vaya de farol. A ver, si no, de dónde iba a llevarse la ‘tela’ que le suelta Paolo Vasile.
Por cierto, hágase mirar lo de la bilis, señora.
UNA DE BONO
Y de postre, ración sobre el ‘Rey Midas’ de Salobre leída en el ‘blog’ del director de El Semanal Digital, Antonio Martín Beaumont, que daba cuenta de una visita no aparecida en la agenda oficial del presidente del Congreso pese a desarrollarse en las dependencias de la Cámara baja: «José Bono recibió a Salvador Tous, dueño del imperio que tiene a un osito como imagen de marca. La gallina de los huevos de oro de la que Ana Rodríguez, esposa de Bono, es socia.
Así pues, la tercera autoridad del Estado recibió al señor Tous en la Cámara baja. Digámoslo de otro modo.
La confusión entre lo público y lo privado de la que hace gala José Bono es escandalosa. Suma y sigue».
Pues eso.
Originalmente publicado en La Gaceta