Público continuaba en plena efervescencia revolucionaria camino de la Gran Noche
Bueno, bueno, bueno. Pues ya pasó, y ahora sólo nos queda la resaca. Dos cosas para abrir boca. Por un lado, El País y Público, dejando ver cómo cada uno entiende su concepto de la influencia con versiones muy, pero que muy diferentes. Y, por otra, el retorno de los consejeros que le dicen a José Luis Rodríguez Zapatero lo que tiene que hacer. Ya lo irán viendo, ¡que vamos surtidos, oigan! ¡A cata y a prueba!
Gracias a Elpaís.com —El Gobierno percibe un «mensaje de descontento» de los ciudadanos el 29-S— podíamos observar la arrobada mirada de la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega dirigida a ese macizo de la raza sindical, Cándido Méndez, en los estudios de la SER, donde coincidieron unos minutos. «Durante el tiempo que han estado juntos ambos han obviado la huelga general de ayer», cantaba la crónica del encuentro. Y es que si él se dedicó a protestar por el «despliegue inusitado de la policía» y, en especial, de la «extrema dureza» de la Policía Municipal de Madrid, ella dejó bien claro que «con carácter general, el comportamiento fue razonable y de normalidad».
Para su primo de Comisiones, Ignacio Fernández Toxo, acogido de nuevo con los brazos abiertos en TVE, «ésta ha sido la huelga con menos incidentes, salvo alguno muy puntual». Como el apaleamiento de policías en la factoría de EADS-CASA de Getafe; un hecho sin importancia, claro.
INAMOVIBLE REFORMA
Y ahora llega el momento de las versiones y de la pelea entre las familias del periodismo izquierdoso. Pasen y vean. Titular de primera de El País: «Zapatero mantendrá la reforma laboral tras una huelga de impacto moderado«. «No modificará ni una coma de la reforma laboral», afirmaba la crónica. O sea, que tanta historia para nada. ¿Y esto es un éxito? ¿Para eso se fumó el compañero Cándido un puro con la huelga? No, no se crean que este Trasgo exagera: «Saborea un puro que lleva esperando encender hace tiempo, mientras le leen las ‘primeras’ de los periódicos», podía leerse en otra crónica de un ‘empotrado’ con el líder de UGT.
Para Luis R. Aizpeolea, todo esto pone a Zapatero en su «hora de la verdad»: «En el fondo, sindicatos y Gobierno deseaban esa especie de partida en tablas que arrojó el resultado de la huelga porque ni unos ni otros tienen alternativa» (A Zapatero le llega la hora de la verdad). Luego, en los editoriales, el redactor de turno se desgañitaba reclamando un pacto porque «si el Gobierno consigue sumar a los sindicatos en una negociación seria en torno a las pensiones, no saldrá muy dañado de la huelga de ayer». Eso sí, el titular de la primera era el que era. Y los de Prisa no tenían muy claro que la huelga hubiera sido para tirar cohetes.
REVOLUCIÓN EN PÚBLICO
Todo lo contrario que en el diario de Jaume Roures. Pero, ¿qué esperaban? «Los sindicatos superan el examen. La industria se para, la calle se mueve»… A golpe de piquete, ¿no? Los titulares de su primera eran los que eran.
Un extraterrestre recién aterrizado en España que echara un vistazo a su contenido pensaría que estamos a punto de llegar a la Gran Noche y de ahorcar al último rey con las tripas del último cura. O al revés. «Sindicatos y Gobierno salvan la jornada sin salir derrotados«, se leía en el interior. El delegado del Gran Timonel Roures en el periódico, Jesús Maraña, dictaba la consigna —Fracaso de los enterradores— del día: «La huelga general triunfó en la industria, bloqueó el transporte en hora punta y se dejó notar en las grandes empresas». «No se produjo, desde luego, el fracaso de la convocatoria que venían pronosticando los numerosos enterradores del sindicalismo», afirmaba. ¡Alerta, compañeros, la reacción y sus cómplices acechan!
Para Juan Carlos Escudier, —La resignación es el suicidio— los sindicatos «han confirmado que no es que gocen de una salud excelente, pero van tirando con sus achaques». Y para Isaac Rosa, todo era simple: «No ser un fracaso ya es un éxito«. ¿Mande? Luego, desde la torre de vigilancia de la última página, el ex delegado de Roures en el papel remachaba: «No ha sido el parón absoluto que los sindicatos hubiesen soñado, pero ni mucho menos el fracaso estrepitoso que a la derecha tanto le hacía salivar». Hummm… ¿será sospechoso de revisionismo? Escolar, por si acaso, le daba consejo —Zapatero debe escuchar— al inquilino de La Moncloa: «Es el presidente José Luis Rodríguez Zapatero quien se juega el futuro del PSOE si no sabe escuchar, negociar y rectificar». Cuidadín, cuidadín, Zetapé.
OTRO CONSEJERO
Ayer era el día de los consejos directos a Zapatero. Enric Sopena, desde su digital, —Zapatero, más debilitado por la huelga, ha de poner en primera línea a los mejores— se transmutaba en memorialista del siglo XVII para señalar los males y sus soluciones: «El Ejecutivo ha abdicado de su obligación de transmitir al conjunto de los ciudadanos el balance de una jornada que ha tenido a millones de españoles en vilo». «El Gobierno ha salido del trance huelguista más debilitado que fortalecido […] No podemos seguir al ralentí y a les [sic] espera de no se sabe qué milagro. No podemos continuar con un presidente que esquiva responder afirmativamente cuando le preguntan si será candidato a la reelección como presidente del Gobierno», señalaba. ¡Oh, cielos! Y tras los males, las soluciones: «Tendría que cambiar por fin su Gobierno, modificar su política de comunicación, recuperar el diálogo social y poner en primera línea a los mejores y a las mejores». A ver qué dice el secretario de Comunicación Félix Monteira de esto… Eso sí, de la misma forma que, según cuentan por ahí, Manuel Aznar Zubigaray terminaba un durísimo editorial contra algún jerarca eclesiástico con un «Monseñor, beso su sagrada púrpura», Sopena terminaba aireando el fantasma de la Gürtel. No se puede tener todo, damas y caballeros.
Por alusiones
El día 29 de septiembre Carmen Rigalt, columnista de El Mundo, nos mandaba un recadito por alusiones sobre las informaciones acerca del crucero de Toxo, las aficiones gastronómicas de Cándido y la ‘casita’ caribeña del marido de Carmen Chacón. «Hoy estas cosas no son simples errores. Son mala fe, que es peor», nos indicaba veladamente.
Agradecemos la anotación, y más viniendo de Rigalt, que protagonizó cierto episodio a costa de la sexualidad de Alejandro Sanz, al que se empeñó en sacar a empujones del armario en el que, según ella, estaba escondido. El asunto, si mal no recordamos, terminó con una condena judicial para la autora, el dominical de Unidad Editorial y su responsable. Por otra parte, y por alusiones también, debo recordarle a Javier Vizcaíno, de ‘Público’, que lo suyo en ese diario ya lo inventó Juan Carlos Escudier con ‘Merienda de Medios’.
Originalmente publicado en La Gaceta