Para un periodista, cada vez es más difícil contar la verdad. Luchas contra los dos bandos
Desde hace 12 años es corresponsal en Asia para el periódico El Mundo. Ha estado varias veces en Afganistán cubriendo el conflicto que allí atenaza a la población. Fruto de su experiencia publica ahora una novela como alegato contra la guerra y para contar lo que la guerra hace con las personas.
El Botones de Kabul (Esfera de los libros) se inspira en el botones del Hotel Intercontinental del valle de Kabul que lleva 30 años en su puesto a pesar de la guerra y las tormentas de proyectiles que han reducido al hotel más emblemático de la ciudad a un lugar semiderruido. David Jiménez cuenta en esta entrevista en Periodista Digital que
«Ese hotel es el símbolo de la decadencia de Afganistán. Un país que tuvo la oportunidad de ser normal y se ha convertido en ese drama absoluto de una guerra constante».
De su trabajo como corresponsal de guerra, David Jiménez cuenta la impotencia que se siente cuando, tal vez, no haya podido contar, todo lo bien que se merece, el modo en que la guerra afecta a la población civil.
«Si ya es difícil entender la guerra para un periodista que la va a cubrir, lo que es seguro es que los políticos que inician una guerra no tienen ninguna idea de lo que están haciendo. (…) Son auténticos ignorante de algo que ellos han provocado».
Por eso habla de ofensa hacia los soldados que son allí enviados y hacia los que viven en zonas en conflicto cuando gobiernos, como el español, hablan de «misión humanitaria» al referirse a la guerra de Afganistán.
«Lo honesto cuando envías a alguien a una guerra es decirle la verdad. No puedes decirle que es una misión humanitaria cuando en realidad va a estar en el frente y va a tener que luchar. Y probablemente va a tener que matar y también hay un riesgo de que le maten».
