Así escriben y difaman estos desaprensivos. Este es el periodismo de "cloaca" que practican. Y lo hacen sin importarles el daño que, con su torpeza, o maldad
Ramón Calderón (Palencia, 1951) ni perdona ni olvida. El que seguramente fuera el presidente de un club de fútbol más vilipendiado por un sector de la prensa, afín a Florentino Pérez, se toma su particular venganza siempre que tiene ocasión desde su propia página web, creada para tal fin–El ‘raterillo dicharachero’ del Marca–.
Y es que su gran enemigo Eduardo Inda le ha dado motivos para ello. El director del periódico deportivo Marca ha cargado con dureza, quizás excesiva porque todavía no hay una sentencia firme por parte de ningún juez, contra los implicados en la Operación Galgo. Hasta ahí todo discutible, en mayor o menor medida. Pero lo que, para el ex presidente del Real Madrid, pasa de castaño oscuro, es darle «crédito y publicidad» a cualquier personaje que les cuente una historia que a ellos les sirva para fortalecer sus teorías.
Marca se hizo eco de las palabras de un delincuente común que compartió calabozo en el Juzgado de Guardia con Eufemiano Fuentes, uno de los sospechosos en esta trama de dopaje–«Me ha dicho que si él hablara, igual no teníamos ni Eurocopa ni Mundial de fútbol»–. Y así denuncia Calderón, por cierto, paisano de Marta Domínguez, esta práctica:
Ahora han cargado las tintas contra el dopaje, algo en lo que, fíjense ustedes, por una vez vamos a estar de acuerdo. Pero en lugar de ser serios, prefieren, fieles a su estilo, convertirse, no en simples raterillos, sino en autenticos atracadores del honor y el prestigio de los demás. Ahora le ha tocado a la selección española de fútbol porque «un raterillo dicharachero», en pleno minuto de gloria, se lo ha contado a las puertas del Juzgado de Guardia
Y prosigue:
Y se atreven a dar pábulo a un infeliz que dice haber estado junto a uno de los detenidos y que se lo ha contado. Se pueden imaginar como Marca ha llegado a esta conclusión, como viene siendo habitual: fruto de un verdadero trabajo de investigación, plagados de pruebas veraces e irrefutables, con concienzudos exámenes de las averiguaciones y escudriñando minuciosamente los hechos.
Así escriben y difaman estos desaprensivos. Este es el periodismo de «cloaca» que practican. Y lo hacen sin importarles el daño que, con su torpeza, o maldad, pueden causar a los jugadores, técnicos y equipo médico de nuestra selección nacional y, de paso, a todo el país.
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