Para Escudier, columnista del diario de Roures, el PSOE discute del testamento con el moribundo Zetapé delante
Se espera en breve un posible anuncio de alto el fuego por parte de la banda terrorista ETA. Y mientras va llegando, en ‘Público’ Isaac Rosa lo veía así:
«El de ahora no es un mero trámite, pues queda por delante un camino difícil, pero nos pilla ya cansados. Hasta sus deudos lo esperan a pie de cama impacientes porque estire de una vez la pata».
De momento, hay «casualidades», como las definía Javier Vizcaíno en los ‘blogs’ de ‘Deia’, que señalaba cómo de repente «Batasuna vuelve a EITB por Navidad» porque el ente público vasco había vuelto a incluir a la formación ilegalizada:
«Está quedando entretenido el vodevil. A ver qué dicen mañana o pasado los otros personajes del libreto, que ya tienen las capuchas de gala en el guardarropía desde hace un rato. Con tanta expectación, lo mismo hacen mutis por el foro y nos quedamos con las ganas».
Para no desesperar durante la espera -e iba de esperas la cosa- ‘El País’ tiraba de cable estadounidense: «Chávez facilitó la fuga de varios etarras en Venezuela, según el ex director del CNI».
Ocurrió en 2002, cuando Jorge Dezcallar tuvo que esperar durante tres horas en la antesala del despacho del presidente venezolano para solicitar la extradición de varios miembros de ETA.
«Los seis etarras estaban perfectamente localizados por el CNI, que facilitó al Gobierno venezolano sus domicilios, actividades e historial delictivo, pero sólo tres lograron ser entregados al Gobierno español porque el resto se esfumaron como por arte de magia», señalaba el diario de Prisa. Para Dezcallar, hubo ‘queo’ por parte de las autoridades de Venezuela.
Izquierda que sospecha
Pues eso, a la que va llegando en el periódico de Jaume Roures Manuel Saco no parecía saber muy bien por dónde tirar con lo de la prórroga del estado de alarma, que tantas críticas ha generado entre la izquierda mediática aun entendiendo un cierto carácter de inevitabilidad:
«Hay una izquierda que sospecha dos cosas, que ya es sospechar: sospecha que los controladores pertenecen a la clase obrera y sospecha, además, que el fin último de alargar la declaración del estado de alarma es el aplazamiento de una posible huelga general diseñada en la sombra para estas vacaciones navideñas».
«La tranquilidad, ya se sabe, no es buena para los vendedores de alarmas», concluía, quizá aludiendo a columnistas de izquierdas como Javier Pradera o Josep Ramoneda.
Equidistancia
Por ‘El Periódico’ Rosa Paz optaba por una postura de soltarle estopa a los populares mientras que los nacionalistas eran «unos partidos que demuestran más sentido del Estado que el PP, que parece tener más prisa por llegar al poder que por ayudar a resolver los problemas».
Para que no todo cargara del mismo lado, había una advertencia cariñosa al Gobierno porque «no puede dormirse en los laureles de la alarma y debe arreglar de una vez por todas el conflicto con los controladores. Y pronto, porque no es fácil que se le concedan más prórrogas».
Incógnitas
A quien tampoco parece que estén por concederle una prórroga es a José Luis Rodríguez Zapatero en cuanto a presentarse a las generales de 2012. En RNE el director de ‘Público’, Jesús Maraña, afirmaba que el presidente del Gobierno «no ha despejado esa incógnita, y quizá algunos se están dando demasiada prisa -dentro y fuera del PSOE- para que se despejen esas incógnitas».
quizá por eso su diario le daba su primera plana a José Bono por sus polémicas declaraciones con este titular: «Bono enreda con la sucesión de Zapatero».
De cuerpo presente
En el mismo periódico, sin embargo, un columnista como Juan Carlos Escudier daba por amortizado a Zapatero, al que «le jubilan a los 52 años», presentando así el panorama interno socialista:
«En el PSOE ya se habla abiertamente del futuro sin Zapatero, que viene a ser lo mismo que discutir del testamento a los pies de la cama del moribundo […] Con Zapatero se tiene la sensación de estar asistiendo a una inmolación en directo. Resignado [a] ver derrumbada su imagen ante la opinión pública hasta el punto de no retorno, parece empañado [sic] en que la historia no le recuerde como el hombre que llevó al país a la ruina, y de ahí el suicidio político e ideológico que ejecuta».
Orden público
Y en estos fríos días Enric Juliana, de ‘La Vanguardia’, acuñaba el término de «bonapartismo socialista» y resaltaba que «el cinismo social y el aventurerismo político de los controladores aéreos han puesto en manos del PSOE la bandera del orden público».