El diario independiente de la mañana, conocido también por ser el diario oficial en español del Cablegate tiene, por lo que se ve, un enfoque totalmente distinto según quién quien filtre y según quién sea el filtrado
La nota es de «Paper Papers», un blog colectivo sobre periodismo que suele poner el dedo en la llaga en esta profesión tan poco autocrítica y tan proclive a autopremiarse.
Y lo hace a propósito del largo y detallado artículo -«Lo que de verdad ocultan los Gobiernos«- que el pasado domingo, 19 de diciembre de 2010, dedicó Javier Moreno a la publicación en El País de los documentos filtrados por Wikileaks.
Arranca «Paper Papers» afirmando que esperaba, en la explicación del director de El País, algo más que un mero ejercicio de pedrojotismo.
En otras palabras, menos peliculerismo y menos autoreferencias: el burro delante para que no se espante, como dicen los castizos.
Ya metido en el análisis, señala «Paper Papers» denuncia en primer lugar, en el ejercicio de memoria selectiva que hace Moreno.
En ese punto coincide con Barcepundit, quien en su estupendo blog afirma:
Quién te ha wiki-visto y quién te wiki-ve, El País: el diario independiente de la mañana, conocido también por ser el diario oficial en español del Cablegate tiene, por lo que se ve, un enfoque totalmente distinto según quién quien filtre y según quién sea el filtrado.
Y Barcepundit, que ha buceado en la hemeroteca, recuerda cuál era la postura de El País en un tema como los papeles del CESID que vieron la luz pública en las páginas de su archirrival, el diario dirigido por Pedrojota Ramírez.
Critica también «Paper Papers» al director de El País por dar por sentado que la política exterior norteamericana se funda sobre los cables que ha filtrado Wikileaks y que ellos han presentado siempre como la última y definitiva palabra sobre los hechos que narran.
Esa actitud quita valor a los despachos porque les hace decir más de lo que realmente cuentan. Y confunde a la gente.
Es terrible la intolerancia hacia los argumentos contrarios o reticentes a la filtración, a su publicación o a considerarla decisiva o crucial.
Los recoge en dos pinceladas -señal de desprecio-; pone todos esos argumentos, groseros o elaborados, a la misma altura; despacha a quienes los defienden con un juicio sumario: les llama cínicos, perezosos, malintencionados, comprados.
La misma falta de mesura y buen pensar se advierte cuando mezcla la tarea diplomática con la tortura o toma el comportamiento criminal de algunos individuos por la política oficial del país que les emplea, pongo por caso.
Su diario mostró mejor juicio cuando trató de los GAL y el Gobierno español, contrariamente a lo que hacía y hace El Mundo.
Por último, es pedrojotista la rigurosa severidad inquisitorial con la que juzga y condena a todos los políticos como mentirosos e incompetentes con un rigor que ya hubiera querido Cromwell para sí. ¿Se le ha ocurrido pensar, por ejemplo, que la alternativa a la ISAF en Afganistán era peor?¿Un narcoestado islamista, por ejemplo?
No defiendo la guerra ni su contrario, no se quede mirando al dedo. Defiendo el rigor intelectual a la hora de hacer periodismo, que arranca por considerar a los otros tan inteligentes y buenas personas como a uno mismo.
Supongo que el director de El País, por su trayectoria profesional, no ha descubierto ahora el verdadero carácter de esas «elites políticas» y no escribe movido por el furor del converso.
¿Esa mendacidad e incompetencia se aplica al presidente del Gobierno español o al primer ministro griego, Yorgos Papandreu, por ejemplo? ¿Por qué no les preguntó con esa energía en las entrevistas (ZP1, ZP2, YP) que ha sostenido con ellos?
Deseo que El País siga haciendo mucho periodismo con los cables de WikiLeaks. Para eso ¿no sería mejor dejar de perder el tiempo en excusarse con pirotecnia verbal, vestir su trabajo como una superproducción de Cecil B De Mille o defenderlo con actitud de beata?
Pues a partir de ahora necesitarán mucha energía para mostrarse coherentes, consistentes. Por eso espero con ansia la próxima entrevista de Javier Moreno al presidente del Gobierno español -calculo que ya se la habrá pedido y que estará al caer. Tiene cartas para jugarle a la grande y a la chica.
Veremos entonces si es mordedor o ladrador.