El diario de Roures denuncia que el presidente del Congreso ha olvidado sus promesas de transparencia

El descaro de Bono ya es ‘Público’

El 'hombre de los bolsillos de cristal' (tintado) los tiene, sobre todo, a reventar y prefiere el silencio

El descaro de Bono ya es 'Público'
José Bono

Que Bono no tiene los bolsillos precisamente de cristal, como presume (de amianto sería más aproximado), es cosa sabida, especialmente para los lectores de LA GACETA. Por eso es poco sorprendente que las medidas que él mismo, con un cinismo propio del personaje, propuso en su día para “dar transparencia” al Congreso hayan quedado en humo, en sombra, en nada. El equipo de investigación de este periódico se encargó de revelar el sorprendente patrimonio de este extraño ‘descamisado’ y de desmontar pacientemente, semana tras semana, las excusas y equivocaciones alegadas por el presidente del Congreso para explicar lo inexplicable.

La prensa de izquierda y derecha cerró filas en defensa del siniestro cacique. ¿Toda? No, ‘Público’, un periódico nuevo, a la izquierda de ‘El País’, se hizo eco de las acusaciones (con la correspondiente cita, a diferencia de otros), las publicó en su día y ayer, abriendo su primera, de nuevo volvió a sacar los colores a la tercera autoridad del Estado. Bono, denuncia ‘Público’, prometió transparencia entre los diputados y no ha hecho nada. Lógico, los bolsillos de cristal tintado del presidente del Congreso no sólo son opacos, sino que están a reventar.

BONO Y SU CAJÓN

Se les toma cariño. Tantos días ya leyéndoles, es difícil no indignarse con algunas de sus manipulaciones, pero también no reírse cordialmente de otras. Y conmoverse cuando aciertan, que sucede.

Lo anterior pretendía referirse a la prensa de izquierda en general, pero debo ser más específico: me refiero a ‘Público’. La arrogancia mandarinesca de ‘El País’ o la Cadena SER les hace unánimemente antipáticos. ‘Público’, al menos, se lo cree. Lo suficiente para desenmascarar de vez en cuando a alguno de ‘los suyos’. Hoy le ha tocado a Bono, ese ‘demócrata’ que va tapando micrófonos con la arrogancia ‘ancien régime’ de quien no pisa suelo desde que tenía pelo propio. Y como se trata del político sobre cuyo ‘desequilibrio patrimonial’ LA GACETA lleva toda su breve historia llamando la atención, eso nos convierte, mal que les pese, en extraños compañeros.

“Bono se olvida de la transparencia”, titula abriendo primera. “El presidente del Congreso no ha hecho nada con las propuestas que pidió a los grupos en febrero para cambiar las normas que regulan la actividad de los parlamentarios”. Olé. O, mejor: ya era hora, que la noticia no es tanto que Bono defraude como que alguien le haya creído.

Ahondemos un poco con el varapalo que le dedica, abriendo ‘Opinión’, el subdirector Manuel Rico, “El cajón de Bono”: “Hace cuatro meses, el presidente del Congreso dio a los grupos parlamentarios un plazo de 15 días para que le hicieran llegar propuestas que ayudasen a mejorar la transparencia de los diputados”, explica Rico. Y sigue: “Las propuestas de los partidos duermen el sueño de los justos en algún cajón del despacho de Bono. Al parecer, la urgencia no era tanta”. La excusa de Bono era la cercanía de las urnas, que lo mismo sirven para un roto que para un descosido, sin contar con que “es propio del despotismo ilustrado pensar que justo en vísperas electorales es cuando hay que hurtar a los ciudadanos los debates que más les pueden interesar”.

Por supuesto, la indignación de ‘Público’ tiene cierto truco y, de hecho, salvo la columna de Rico, ha merecido la indiferencia en los demás ‘opinadores’, que están a lo que están (sus Francos y sus cosas). De hecho, está relacionado con el entusiasmo jacobino del diario de Roures con las acampadas. Las urnas aburren al revolucionario, y más ahora, que parecen decididas a aupar a la derecha (aquí y en el resto de Europa). Donde estén las barricadas y la famélica legión ‘okupando’ a saco lo que encuentre, que se quite esa costumbre burguesa de las consultas populares.

GABILONDO, DE ACAMPADA

Los acampados son, por cierto, la materia del último y delirante sermón del reverendo Gabilondo en la SER. “¿Queremos oír el mensaje del 15-M?”. La tesis de la piadosa plática es que no, que los españoles estamos sordos al mensaje “de los jóvenes” (así, en general), a diferencia de lo que sucede con la Conciencia Mediática de la Izquierda, también conocida por Iñaki Gabilondo. El predicador progre lamenta que algo tan trivial como unas elecciones nos impida prestar oídos atentos a lo que nos dice este movimiento prefabricado en las zahúrdas de la izquierda radical, siempre nostálgica del Mayo del 68 que no tuvo.

Para Gabilondo, la cosa va así: con la caída de Lehman Brothers cayó el capitalismo como en 1989 cayó el comunismo, y ya nada podía volver a ser igual. Pero los ciudadanos no nos dimos por enterados y todo siguió como antes, con la “política de rodillas ante los mercados” (sic), con lo que la democracia devino una farsa. La “carta a los Reyes Magos” de Sol es la llamada de atención del “verdadero” pueblo con su particular “nunca máis”. Ya digo: sencillamente delirante.

Lo cierto es que los mercados financieros son el ejemplo más cercano a una economía intervenida que existe entre los sectores económicos, y pretender que los políticos se arrodillan ante ellos, en vez de acostarse con los mismos, son ganas de divertirse barato.

La larga mano de los políticos ha entrado de lleno en las finanzas, empezando por la creación de dinero; pensar que ellos son la solución y no parte del problema es una de las muchas cegueras de la izquierda mundial.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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