. Ekáizer (‘Público’) apuntaba extensión de la ‘crisis’ asturiana del PP y Unzueta (‘El País’) las dudas de Zetapé
De nuevo ‘Mister Marshall’ chino lo calificaba El País, entusiasmado con la visita del viceprimer ministro Li Keqiang, cuyo jefe fue uno de los que el pasado mes de mayo cogió el teléfono para poner firme a José Luis Rodríguez Zapatero.
El entusiasmo era compartido en el mismo diario por el ex vicepresidente económico Pedro Solbes, ahora presidente del Foro España-China:
«Las autoridades chinas lanzan un claro mensaje de confianza sobre el futuro de nuestra economía, alineándose con aquellos que pensamos que la puesta en marcha de las medidas planteadas por el Gobierno nos permitirá salir de la crisis».
Esa, por cierto, cuya existencia negó.
Menos entusiasta se mostraba el director de ‘Público’, Jesús Maraña:
«El capitalismo, por mucho que se apellide comunista, no tiene por costumbre repartir dinero sin garantías de rentabilidad. Keqiang bromea con el deseo de llevar jamón, vino y aceite español a todas las mesas chinas, pero no tolera preguntas de la prensa, así se evita hablar del Nobel de la Paz encarcelado»
En el mismo diario Juan Carlos Escudier lo escribía así:
«Como hemos sido buenos y hemos hecho muchas reformas, sus majestades chinas han traído en sus camellos contratos por varios miles de millones de euros para la flor y nata de nuestro empresariado, que aquí no creará trabajo, pero en China se van a salir de la tabla».
También echaba agua fría por encima al recordar que «los mismos que se muestran inflexibles con países cuyas carencias democráticas también podrían encontrar justificación se escudan en el realismo político y en la diplomacia pragmática para referirse a la relación de camaradería que estamos obligados a mantener con la dictadura china».
Hasta Maruja Torres, en ‘El País’, se quejaba, aunque de lo de Cuba: «El castrismo es una isla dentro de una isla, un destructor de espejos, una casposa podadora de inteligencias».
Tabaco y delación
En ‘Público’ Ángeles Caso se quejaba de la incitación al chivatazo: «Hubo un tiempo en que la gente de este país tenía claro qué era un delator.
Delatores fueron todos aquellos que denunciaron a otros por rojos -o por fascistas- durante la guerra y la posguerra. Anónimamente».
La escritora se declaraba asombrada al ver «a tanta gente supuestamente responsable animando a los españoles a convertirse en delatores anónimos de los tristes fumadores».
«Me temo que este Gobierno ha abierto una puerta que da a una senda más bien tenebrosa»
Siguiendo esa senda trazada por Caso, el catedrático Pere Vilanova, en el mismo rotativo, se expresaba así:
«No me cabe en la cabeza que se fomente la delación anónima, práctica que sólo los regímenes más totalitarios han erigido en virtud cívica».
Cascos VS Rajoy
En las mismas páginas Ernesto Ekáizer entraba en la ‘crisis’ asturiana del PP recordando algo sobre la relación entre Francisco Álvarez-Cascos y el presidente popular:
«Nunca ha dado un chavo por el liderazgo de Rajoy, a quien siempre consideró una personalidad más bien débil, de escasa fortaleza política y casi siempre calculador de oportunidades».
El pronóstico de Ekáizer era el siguiente: «Hasta no conocer los planes de Cascos es muy pronto para ver el alcance de esta crisis.
Pero si el ex vicepresidente sigue adelante con su plan de presentarse a las elecciones, se puede descontar que sus efectos sobrepasarán holgadamente las fronteras de Asturias».
Duda heroica
Para Patxo Unzueta, en ‘El País’, «la duda es qué resulta más heroico: dejar paso a otro para aminorar el alcance de la derrota o inmolarse en la pira electoral para evitar que sea el sucesor quien se queme». La duda concernía a Zapatero.