Mientras el resto del mundo se interesa en las causas de hoy, la izquierda sigue en 1942
Permítanme despotricar un poco, cosas de la edad (la mía). No tengo el gusto de conocer íntimamente la prensa diaria suiza, pero apuesto a que la mayor parte de las veces la mayoría de sus periódicos coinciden en el tema de primera. Quizá no en el sesgo, ni en el tratamiento; pero casi todos los periódicos convendrán en cuál es la noticia del día. Cuando cada primera plana es de su padre y de su madre, pueden estar seguros de que la prensa está empeñada en una batalla ideológica. Como es el caso. Este periódico salía ayer con Mercasevilla en primera; El País coincidía con El Mundo en abrir con Sortu; ABC, con ZP y Bono, mano a mano; y La Razón, con las cintas del Faisán. ¿Y nuestro inefable Público?: «Rubalcaba acusa al PP de ‘ensuciar’ la política».
CAMBIA EL POLVO POR BRILLO
La cosa va así: el hombre que presidió sobre el oscurísimo episodio de los GAL durante el felipismo, Alfredo Pérez Rubalcaba, nos tenía la política como los chorros del oro, que daba gloria verla, con los mandamases con los ‘bolsillos de cristal’ que abanderaba ese espejo de transparencia llamado José Bono. Y entonces llegó el PP y lo puso todo perdido. ¿A que se lo creen totalmente? Después de todo, el PSOE es virginal, y quien recuerde que con Felipe un señor gobernador del Banco de España se lo llevaba calentito, se organizaban bandas terroristas contra los terroristas, se nombraban responsables de la Guardia Civil a tipos que a poco acababan en busca y captura, la directora del BOE vendía papel y esto era, en general, un ‘tonto el último’ donde «uno podía hacerse millonario más deprisa que en ninguna otra parte», en palabras del propio ministro Carlos ‘Gratistotal’ Solchaga, es, a todas luces, un fascista irrecuperable. Ensuciar, lo que se dice ensuciar, la derecha, siempre. Ahí están los trajes de Camps.
Público dedica sus tres primeras páginas interiores a la ‘basura’ del PP (no es mi metáfora): «El Gobierno acusa al PP de lanzar ‘basura’ para tapar su corrupción». Lo divertido del asunto es que, siendo ese el tema grande, Público se siente obligado a publicar cuatro recuadros englobados bajo el epígrafe «Los escándalos que sí ve el PP», y que consisten en el Faisán, Matsa, los ERE andaluces y el ‘caso Melilla’. Peccata minuta. ¿Cómo comparar los trajes de Camps, que es lo grave, con una nimiedad como es que las autoridades avisen a los terroristas de que se larguen, que van a detenerlos? «Rubalcaba pregunta cuántos empleos se crearían con lo ‘robado’ por la trama a las arcas públicas para responder a la ofensiva conservadora». El vicepresidente pregunta. Lo que no hace es responder cuando le preguntan a él por el Faisán.
Más Camps, que no decaiga: «El juicio a Camps marcará la campaña de Rajoy a La Moncloa», junto a una fotografía del presidente de la Comunidad Valenciana que recuerda al Hitler de la película ‘El Hundimiento’. ¿Periodismo, alguien? Informar sobre la ‘trama Gürtel’ y sobre lo que pueda afectar a Francisco Camps es justo y necesario; presumir que esto marcará la campaña, amigos de ‘Público’, es un desideratum y gracias. Debajo de esa carta a los Reyes Magos en forma de noticia, seguimos con la pedazos: «El ‘president’ monta un acto el día de la proclamación de Cospedal».
Manuel Rico, que en el número anterior se echaba las metafóricas manos a la alegórica cabeza sobre ‘el horror, el horror’ de los trajes valencianos, insiste en su columna abriendo ‘Opinión’: «Probablemente el peor candidato posible». Les dejo que adivinen a quién se refiere (acertó).
(No, en serio, a lo mejor paso demasiado tiempo en este nido de facciosos que es LA GACETA, pero, ¿de verdad es más relevante un chanchullo de trajes de un Gobierno regional que la posibilidad de que el Gobierno de España se conchabe con ter-ro-ris-tas, los malos, para frustrar a su propia Policía? ¿Sí? ¡Ah, bueno!).
Pero no todo está perdido. Isaac Rosa sigue jugando de ‘líbero’, con su magnífico «¿A qué huele Andalucía?», y Juan Carlos Escuder arremete contra los titubeos nucleares de Zapatero. Que a este trasgo le parezca economía suicida seguir haciéndole ascos a una energía limpia y segura como la nuclear es lo de menos: Escudier cree en lo que cree, lo dice y salga el sol por Antequera. Olé.
DECÍAMOS ANTEAYER…
También en la sección ‘Política’ leemos a cinco columnas: «El Supremo rechaza revisar la condena de Miguel Hernández». De primeras pienso que será algún encausado reciente. Pero no: se refieren a ese Miguel Hernández, el que murió en el año 1942. Es lo que tiene ser progresista, que siempre está con la vista puesta en el futuro.
Originalmente publicado en La Gaceta