Calibrar esto y seguir adelante es lo que delata el encanallamiento del Narciso intelectual
Una semana después de la polémica surgida entre El Mundo y El País por el enfrentamiento entre dos de sus colaboradores Arcadi Espada y Javier Cercas (Arcadi Espada responde: «Pensé que (Javier Cercas) merecía una lección que consistiría en aplicar sus premisas a un caso concreto»), David Gistau, compañero de El Mundo de Espada, ha cargado contra la actitud de su colega.
Bajo el título de ‘Et in Arcadi, ego’, Gistau publica el domingo 20 de febrero de 2011 una columna de opinión en la que sostiene que «Espada ha dado de comer al ego y se aporrea el pecho igual que King-Kong». Critica, además, el aplauso de muchos compañeros de profesión a su proeza:
Y sus amigotes enfatizan la hazaña como si fuera Dominguín recién escapado del lecho de Ava Gardner para contarlo. Muy bien. No nos divertíamos tanto desde el atizador de chimenea de Wittgenstein. Y hemos aprendido la lección: como si nos hubieran clavado la cabeza de Cercas en la puerta del despacho.
El autor del libro ‘La España de Zetapé’ se pregunta si merece la pena condenar a la persona «por la redacción»:
Si era proporcionado, para ganar una simple escaramuza intelectual, agredir la reputación de alguien en un medio cuya repercusión garantizaba unas cuantas horas de confusión. Unas cuantas horas durante las cuales Javier Cercas sería el marido, el hijo, el vecino, no sé si el padre, de un tipo recién detenido en una redada en un burdel.
A David Gistau no le importa que el que haya cometido el error sea un compañero de su propio periódico para cargar contra un hecho que no le parece adecuado:
Hace falta vivir en una habitación muy chiquita para urdir complejas operaciones de castigo basadas en la creencia de que uno es el custodio del canon universal.
Consuélese Cercas, porque a él sólo le toca una vez ¿por década?
Aquí hay reporteros que se orean, que salen a confrontarse con el mundo y a contar historias, que se nutren antes de lo vívido que del pensamiento hecho cripta: con más frecuencia reciben una dentellada, propinada desde su habitación chiquita por este personaje de oscuras petulancias, siempre presto a abatirse sobre quien necesite una lección.
EL PAÍS EN DEFENSA DE JAVIER CERCAS
El País, periódico en el que colabora Javier Cercas, también se ha pronunciado sobre este asunto y el domingo, 20 de febrero de 2011, la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, publicaba el artículo «En defensa de Cercas y la verdad» en el que explica que en periodismo no cabe la ficción, «si quiere seguir siendo periodismo» pero que en la literatura se «puede utilizar la realidad para construir un relato y utilizar la ficción para embellecer lo que quiera»:
La mentira no tiene cabida en periodismo. Y la ficción narrativa solo en las columnas literarias. Nunca en la información. El lector no se llamará a engaño si encuentra interpretaciones imaginativas en las columnas de Manuel Rivas, Maruja Torres, Rosa Montero, Almudena Grandes, Elvira Lindo o Manuel Vicent. Nadie les toma por periodistas cuando escriben en esas secciones, ni se espera de ellos que sean notarios de la realidad, aunque sí se espera que sean honestos y se atengan a la verdad, entendiendo que su verdad, esta vez sí, puede ser fruto de esa «interpretación imaginativa» de la realidad que defiende Javier Cercas.