Si El País ha salido a la calle es que el golpe no ha triunfado fuera
A horas de que se cumpla el 30º Aniversario del intento de golpe de Estado por parte del teniente coronel Tejero, las televisiones, radios, periódicos y revistas llevan días inundándo sus espacios con especiales de todo tipo sobre este día.
El País es uno de ellos y el 20 de febrero de 2011, el que fuera el primer director del periódico de Prisa y actual consejero delegado del grupo, Juan Luis Cebrián publicó un artículo —Una jornada particular— en el que recuerda cómo se vivió el 23-F en la redacción del periódico. Cebrián asegura que el momento de tomar la decisión de sacar una edición especial fue dificil y el de mayor nerviosismo para él pero que, una vez tomada, todos comenzaron a trabajar:
¿Una edición para qué?, me preguntaron. Para lo que un periódico como el nuestro tiene que hacer: contar lo que pasa y emitir una opinión al respecto.
Ante el miedo y peligro que suponía hacer una edición especial contra el golpe de estado mientras éste continuaba en activo, Juan Luis Cebrián llego a la conclusión de que si otros diarios hacía los mismo estarían «más protegidos»:
Me encerré en un despacho, en presencia de Eduardo San Martín, un combativo periodista de izquierdas que luego fue director adjunto de Abc; y llamé a Pedro J. Ramírez, a la sazón director de Diario 16. Le expuse mi preocupación y le pedí que publicaran también ellos una edición extraordinaria. No podemos, me contestó, en ese tono de dubitante seguridad que todavía utiliza cuando habla por la radio. A estas horas no tenemos obreros, no tenemos periodistas, no tenemos capacidad técnica. Pensé que lo que no tenían en realidad eran huevos y se lo dije, aunque no con esas mismas palabras. Comprendí por lo demás que estábamos solos.
El periodista relata cómo decidieron en El País el titular de portada teniendo claro el mensaje que querían transmitir, cómo hablaban con otros periodista de otros medios, militares y la Casa Real. Dos hora después de anunciarse el golpe de Estado, las rotativas imprimían el edición de El País «a favor de la Constitución y de la Transición», según Cebrián.
Poco después Tejero se presentaba en el hemiciclo desplegando con descaro las páginas de nuestro periódico. Javier Solana me contaría más tarde que al verlo pensó: si El País ha salido a la calle es que el golpe no ha triunfado fuera. A él y a otros rehenes ese detalle sirvió para insuflarles ánimo.
El autor del libro «Cartas a un joven periodista» (Aguilar, 1997) explica cómo fueron esas horas posteriores hasta laberación de los que se encontraban en el Congreso de los Diputados:
Salí del periódico hacia las tres de la tarde del día 24. Nadie habíamos pegado ojo en toda la noche pero no nos sentíamos cansados. Javier Baviano me entregó las llaves de un apartamento que había alquilado a nombre de un desconocido por si yo estimaba que era peligroso volver a casa. Lo mismo había hecho, sin consultármelo, un hermano mío. Yo no había sentido otro temor durante toda la jornada que el que me inspiró brevemente la decisión de publicar la edición especial. Desapareció de inmediato gracias a la actividad desplegada y al convencimiento de que la única manera de resistirnos ante la barbarie era cumplir con nuestra obligación profesional. A la hora de la siesta, tumbado sobre el lecho, me dije que en realidad los redactores y trabajadores de El País no habíamos hecho sino lo que nos correspondía: contar las noticias a nuestros lectores y emitir, libremente, una opinión al respecto. Pero ahora pienso que fue precisamente aquel día el que consagró a nuestro diario, dentro y fuera de España, como el icono mediático de la Transición.