Los dos aniversarios de hoy producen bochorno. El primero quiso truncar la legalidad; el segundo la truncó.
Carlos Dávila, director de La Gaceta de Intereconomía, hace una comparativa implacable entre dos 23 de febrero en su artículo diario de portada, En el día de hoy. El primero, obviamente, se refiere a la fracasada intentona golpista. El segundo, a la intervención de Rumasa por parte del Gobierno de Felipe González.
Dávila precisa que:
El 23 de febrero de 1981 un mameluco y variopinto grupo de espadones intentó cargarse la libertad; el 23 de febrero de 1983, el PSOE laminó para los restos, con la sentencia de Rumasa, el Tribunal Constitucional del tartamudo García Pelayo. Del primer golpe salimos; el segundo todavía lo sufrimos.
El director de La Gaceta no duda en señalar en su comentario que:
Algunos ‘jetaprogres’ socialistas que babearon con los golpistas, ahora se atreven a darnos clases de democracia.
Y añade que:
Algunos barreneros socialistas, González y Guerra entre ellos, que lograron una sentencia reprobable para justificar el expolio de un grupo ciertamente irregular, aún se quejan hoy de que el Constitucional sea un mercado persa. Los dos aniversarios de hoy producen bochorno. El primero quiso truncar la legalidad; el segundo la truncó.
Nada que objetar sobre el primer 23-F. Un salvapatrias trató de saltar sobre el pastel estatal y decidir por sí mismo cuál era el tamaño de su tajada. Por suerte, se quedó solo con cuatro acólitos que depusieron las armas.
Sin embargo, en la segunda fecha, también un 23 de febrero, pero de 1983, cierto es que el Gobierno de Felipe González entró a saco en Rumasa y la saqueó, como comenta el columnista Hermann Tersch en ABC –La herencia de Felipe-.
Lo que no se puede obviar, a menos que la Justicia demuestre lo contrario, es que la reedición de la Rumasa actual se ha revelado como un supuesto pufo, tal y como revelaron varios especialistas financieros de Cremades & Calvo-Sotelo –Expertos consideran que Nueva Rumasa ha bordeado la ley-, una promesa financiera sustentada en pilares de barros, tal vez como el proyecto original que pretendió llevar a cabo el empresario jerezano José María Ruiz Mateos.
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