Público’ logra escribir tres páginas sobre la crisis alimentaria sin citar la responsabilidad de los ecologista
A medida que se acerca la cita con las urnas, el principal argumento mediático de la prensa de izquierdas parece ser una versión elaborada del “¡pues anda que tú!”. Ya tengo dicho que el lema “Vote al PP, un 15% menos corrupto que el PSOE” no sería, probablemente, el ideal. Pero, a juzgar por lo que aparece en los medios progres, la corrupción es cosa de la derecha, como Soberano era cosa de hombres.
Camps es el regalo que el cielo ha concedido a la izquierda, un don aparentemente inagotable. “Blanco acusa a Rajoy de promover para España ‘el modelo’ de Camps”, titula ‘Público’. ‘El País’, más que insistir en lo que no funciona en el PP, opta por tomarse con humor la posibilidad de que nuestro Gobierno haya usado a la propia Policía para evitar la detención de terroristas: “Si el Faisán se queda en pollo”, es el ingenioso titular. El autor dice, entre otras cosas, que “[d]esde hace tiempo el PP utiliza las pesquisas que se realizan en la Audiencia Nacional como una gota malaya o un martillo pilón […] para desgastar políticamente al Gobierno”. Hay quien piensa –entre los propios votantes del PSOE, a tenor de las encuestas– que el Gobierno se las apaña bien solito en la labor de autodesgaste. Por lo demás, el ‘affair Camps’ y sus dichosos trajes parece encajar mejor bajo el epígrafe ‘gota malaya’ para quienes tenemos que leer diariamente la prensa de izquierda.
‘Libertofobia’
‘Público’ abre su sección de Política con la noticia de que “El PP prioriza el ‘caso Faisán’ sobre el paro en su control al Gobierno”. Esta velada acusación de demagogia es tan demagógica que se comenta sola. Basta pensar que, mientras que el paro es sólo parcialmente responsabilidad del Gobierno, y esto es de políticas no necesariamente maliciosas, sino meramente ineptas, el presunto chivatazo dibuja el cuadro de un Gobierno colaborando con banda armada contra su propia policía. Me relamo pensando lo que una oposición de izquierdas podría montar con algo así en el caso de que la derecha estuviera en La Moncloa.
Ayer, tras un día lo bastante soso como para producir primeras muy diversas en la prensa diaria, ‘Público’ se apunta al fervorín de lo suyo, la progresía cañí. “Más mujeres pero no más poder: la igualdad no avanza en la cúpula de las grandes empresas”. “Libertad” –no ya de las empresas, sino de las propias mujeres– es una palabra que sólo aparece en el vocabulario izquierdista en sus versiones más retóricas.
Denuncia ‘Público’ que las empresas incumplen la funesta Ley de Igualdad, mientras callan que otro tanto puede decirse de la Administración socialista. “España crecería hasta un tercio más si la tasa de actividad femenina se igualara a la masculina”, –Un activo desperdiciado-. En mi modesta opinión, la “tasa de actividad femenina” difícilmente podría estar más alta de lo que está; pero entiendo lo que quiere decir ‘Público’ con esa cuestionable estadística. También podría decir el rotativo rojo que el PIB subiría si convirtieran España en una plantación, si abolieran la jubilación o si pusieran a los parados a hacer carreteras. No creo que el diario de Roures abogue por ninguna de estas ‘imaginativas soluciones’ a la crisis del crecimiento.
También en primera: “La especulación infla la burbuja de los alimentos”, tres páginas dedicadas a la crisis alimentaria en las que consigue la singular hazaña de no citar una de las causas más obvia del encarecimiento: la dedicación de una parte cada vez mayor de las cosechas para producir biocombustibles que reduzcan la dependencia de los combustibles fósiles. Quizá porque es una de las ideas jaleadas por unos ecologistas de su cuerda para quienes el mítico cambio climático bien vale la muerte por inanición de millones de seres humanos.
Proletarios de Wisconsin
La libertad, ya digo, es cosa que da mucho miedo a la izquierda: la gente no sabe lo que le conviene, y si le das la mano se cogen el brazo. Lo vimos en el fervor prohibicionista con el tabaco y los 110, pero va en todo. En “Desregulación garantizada”, Jesús Maraña pontifica: “La crisis financiera que estalló en 2008 no se habría producido sin la desregulación de los mercados alentada por los gobiernos”. No seré yo quien salga en defensa de los chiringuitos financieros, pero la cosa es algo más compleja, don Jesús, créame.
Antonio Baños, en su columna ‘Wisconsin’s low down freedom’ llora la muerte del movimiento sindical en la lejana Wisconsin. Usa frases como “el proletariado occidental” que, aplicadas a los acomodados funcionarios norteamericanos, suenan ligeramente irónicas. “Igual sólo soy un desfasado fan del movimiento obrero’, escribe Baños. Pues igual va a ser eso, don Antonio.
Originalmente publicado en La Gaceta