Le han partido por el eje. El inicio de las hostilidades contra Gadafi por parte de la coalición occidental ha caído fatal en ‘Público’. En primer lugar, porque defienden la iniciativa por aquello de que ahora son ‘los suyos’ los que tiran las bombas -el «No a la guerra» siempre fue un «No a ESTA guerra», para qué engañarnos-, pero no es fácil salir airoso de tanto decir Diego donde se dijo digo.
Al final, ser rojo y defender una ofensiva liderada por los imperialistas yanquis contra un país del Tercer Mundo es algo que, si se tiene que hacer, se hace, pero tapándose la nariz y mirando al tendido. Pero lo más importante es que la actualidad les obliga a dejar el caramelito japonés, que como sabemos no es ni el megaterremoto ni el supertsunami, sino el horror/error nuclear.
Hasta tal punto le cuesta al diario de Roures pasar página que, de hecho, se abstiene, y si bien cede a la actualidad en su primera, que abre con un «Los aliados rompen el cerco de Gadafi sobre Bengasi» (mucho más vistoso que, por ejemplo, «la alianza liderada por Estados Unidos bombardea Libia» o, por decirlo más líricamente con ‘El País’, «Los aliados dominan el cielo libio»), el grueso de su opinión sigue centrado en lo nuclear, que no es cosa de dejar pasar la ocasión.
Seguimos en Japón
Jesús Maraña abre fuego con «Nucleares en frío y en caliente», donde hace explícita esta tesis nuestra:
«La velocidad con la que hoy se fagocita la información permite que los ataques aéreos contra Gadafi dejen en zonas de sombra y lejanía las fugas de radiactividad en Fukushima y el pánico nuclear que hace tres días acaparaba la atención mundial».
Lo que, traducido, viene a significar: ya sé que esto es un periódico y la actualidad hoy es Libia, pero yo voy a seguir dándoles la matraca con lo mío. Y lo suyo es que la energía nuclear es lo peor y, ya que estamos, es también la gran apuesta del PP (luego no digan que no les avisé). ¿Más de radiaciones varias en la ‘Opinión’ de ‘Público’?
«Tan lejos, tan cerca», de Ana Cañil, y «Lisboa Fukushima», en la que Antonio Baños establece una curiosa analogía entre el accidente de Fukushima y el terremoto de Lisboa de 1755. Digo «curiosa» porque aprovecha para reírse de quienes ven las catástrofe como castigo de Dios y termina hablando de «un cada vez más airado planeta». Y, sinceramente, cambiar la creencia en el Dios cristiano para transferirla a la diosa Gaia no me parece el colmo de la racionalidad.
‘El País’ y ‘Público’ siguen abriendo sus secciones respectivas de ‘España’ y ‘Política’ con la misma noticia relativa a la sucesión de Zapatero, pero titulada de forma casi diametralmente inversa, que no necesariamente opuesta. Para el buque insig nia de Prisa, «El aparato del PSOE quiere posponer las primarias para después del 22-M», mientras que ‘Público’ titula:
«La cúpula del PSOE no descarta ahora las primarias antes del 22-M». ¿En qué quedamos? Las dos son perfectamente compatibles, pero si en ‘El País’ habla la esperanza, en ‘Público’ se impone el temor. En la página enfrentada, ‘Público’ informa de que «Cospedal acusa a los socialistas de ‘entretenerse’ con la sucesión».
Lo gracioso es que lo que hace la ‘número dos’ del PP es exactamente lo mismo que el día anterior hacía Jesús Maraña en el texto que abría la sección de ‘Opinión’ del periódico, «A qué viene la prisa». En general, las noticias sobre el PP en el diario de Roures tienen una consigna sencilla: llamarles todo menos bonito. Ítem A: «Aguirre bloquea documentos al juez del ‘caso Gürtel». Ítem B: «Las grandes empresas marcan la estrategia energética del PP». Sin olvidar una carcajeante referencia a Ruiz Mateos: «Cómo Ruiz Mateos intentó quedarse la Lotería de Navidad», que suena a «El ‘Grinch’ que robó la Navidad», en su papel estelar de ‘Scrooge’ dickensiano.
Luego se lee el artículo y no es que arrebatara billetes premiados a sus obreros, sino que les ofrecía pagarés, pero cualquiera pensaría que va por los parques quitándole los caramelos a los niños. Pero en su edición de ayer, sobre todo, ‘Público’ enseñó la oreja y, en dos columnas, dejó entrever qué idea tienen sus opinadores sobre la sociedad ideal.
El primero es obra de su jefe de ‘Opinión’, Marco Schwartz, «Test de estrés al capitalismo», donde viene a decir que la libertad de mercado tiene los días contados, o debería tenerlos. El problema es que el capitalismo es como la vejez: todo lo malo que tú quieras, pero preferible a su alternativa. Schwartz se apunta a una trampa dialéctica en la que siempre incurre la izquierda, a saber, tratar socialismo y capitalismo como si fueran fenómenos paralelos y asimilables.
Pero mientas que el socialismo se diseñó, por así decir, en un despacho mucho antes de intentarse en la práctica, el capitalismo apareció de hecho antes de que a alguien se le ocurriera defenderlo o describirlo. Y la progresía exige que se comparen las mejores intenciones de una teoría con las peores consecuencias de una realidad. El segundo es más ominoso.
En «La moral del hormiguero», Manuel Saco ensalza al pueblo japonés, lo que está muy bien, pero lo hace porque actúa… como un hormiguero, es decir, sacrificando toda individualidad en aras del bien colectivo. «En la próxima reencarnación -concluye Saco-, me pido ser japonés». Y admito que, después de leer este ferviente deseo de ser hormiga, me ha recorrido un escalofrío por la espalda. Ruiz Mateos.
Originalmente publicado en La Gaceta.