Los que viven sin vivir en sí por el dilema sucesorio no son los del PSOE, sino los del PP
No sé qué pasa últimamente, que decir «A (lo nuestro) no es B» trae mala suerte, y hace que a A le acabe pasando lo que le pasó a B. Yo sólo aviso. Casi lo último que dijo Mubarak fue que Egipto no es Túnez, luego le tocó a Gadafi decir que Libia no es Egipto (ni Túnez), lo mismo que lleva diciendo hace unas semanas Bashar al Asad sobre Siria (que no es Egipto, ni Túnez, ni Libia, ni…).
Otro tanto, con los rescates: «Irlanda no es Grecia». No poco. «Portugal no es Irlanda». Ja, ja, ja. Y titula Público: «La frase que se repite como un mantra: ‘España no es Portugal’. Rajoy, Salgado, Toxo, Méndez e incluso FAES niegan que ambos casos sean comparables». Yo no diría mucho ni muy alto: esa frasecita está gafada. Y es que ya dice Isaac Rosa en su columna ‘¿Te rescatamos, o te rescatas tú solito?‘: «Los portugueses han mantenido hasta ayer mismo la esperanza, con un último acto de infarto en el Parlamento, y todavía hoy rezan por un milagro. No sólo ellos: también nosotros, pues si Portugal cae, seremos los siguientes de acuerdo con las profecías de los economistas».
La izquierda mediática ya lleva meses llevándose las manos a la cabeza con la voladura controlada del Estado del bienestar que está realizando este Gobierno presuntamente socialista como para que ahora nos digan que todos esos sacrificios sociales no han sido suficientes y hay que pedir árnica a Bruselas. En palabras de Rosa, «por aquí ya llevamos tiempo con las barbas en remojo. Hasta ahora no ha hecho falta que nadie nos rescate y nos imponga reformar el mercado laboral, las pensiones, la negociación colectiva o los salarios además de recortar el gasto público y liquidar las cajas de ahorro; ya nos lo hacemos nosotros solitos. ¿Será suficiente?».
El contraste en las primeras de los dos principales periódicos de la izquierda podría llevar el título conjunto de «La Bella y la Bestia»: una explosiva y jovencísima Elizabeth Taylor para El País («Adiós a la última diosa de Hollywood») y Sortu para Público, que está indignadísimo con el fallo del tribunal: «Portazo a Sortu».
Pero como el que no se consuela es porque no quiere, ‘Trinchera Digital’, un ‘blog’ asociado a Público, encuentra motivos para la esperanza: «El hecho de que varios magistrados consideren que no hay razones para ilegalizar a Sortu confirma dos evidencias: que nunca la izquierda ‘abertzale’ había ido tan lejos en su apuesta por la democracia (y, por tanto, en su rechazo a ETA) y que las pruebas presentadas por la Fiscalía y la Abogacía del Estado para demostrar que todo responde a un diseño de la organización terrorista son mucho más endebles que en anteriores ocasiones». (Sin marcha atrás).
«En la sociedad vasca -concurre Arturo González en ‘La sentencia y los futuribles’- no se tiene igual percepción y puede decirse que en su inmensa mayoría la sentencia ha causado decepción». El País de Liberty es bastante más moderado en cuanto al grupo batasuno: «El tribunal parece haber optado por un criterio prudencial (y poco comprometido): de momento, no. Es decir, no a la legalización mientras el transcurso del tiempo no confirme o desmienta los indicios contradictorios existentes» («Sortu: por ahora no»).
VIEJOS DEMONIOS
Visto que lo de Libia va para largo y que lo de Japón ha pasado a segundo plano, Público vuelve a sus clásicos que, mientras las encuestas no den la vuelta, son frenar al PP y demonizar a los católicos.
En lo primero, nos enteramos gracias a Manuel Saco («La estrategia de la ocultación») que no es el PSOE el que vive sin vivir en sí con el dilema sucesorio, sino el PP: «Pero, eso sí, quien de verdad padece un ataque de ansiedad es la gente del PP. Sus barones… y sus hembras. Para mejor definir su estrategia, se mueren de ganas por saber si el sucesor de Zapatero será Rubalcaba o Pérez Rubalcaba. Lo que se dice un sinvivir, vamos».
Juan Carlos Escudier («La juventud del PP pisa fuerte») se echa unas risas a costa de Nuevas Generaciones: «Nuevas Generaciones podría ser considerada un ente clandestino, y si sabemos de su existencia es porque su presidente, Nacho Uriarte, se bebió un ‘gin-tonic’ de más en su despedida de soltero, y por aquel videojuego suyo en el que la catalana Sánchez Camacho freía a inmigrantes e independentistas».
En lo segundo, Público se solaza al comunicarnos que «Religión pierde en cinco años más de 350.000 alumnos»; «Las estadísticas de matriculaciones en enseñanza religiosa denotan la crisis católica en los jóvenes españoles». Y por si alguien quiere ver aquí un mero artículo periodístico, una imparcial exposición de datos, lean el comienzo: «Primero el victimismo y después la amenaza. Esa es la estrategia de los obispos ante el rechazo social que muestran las estadísticas».
Por lo demás, parece sorprenderse al dar la noticia de que «El Vaticano dice que los contrarios al matrimonio gay son perseguidos». Por supuesto, en este caso Público se limita a dar la noticia del modo más sucinto, como quien informa de los delirios de un grupo marginal, aunque es fácil recordar ejemplos recientes como el del matrimonio británico Eunice y Owen Johns, a quienes se negó la adopción de un niño por ser contrarios a las prácticas homosexuales.
Es entre divertido y patético ver a ‘Janli’, el histórico director de El País, negándole el pan y la sal a Internet y los nuevos medios. «Cebrián: ‘Twitter y Facebook no son útiles para analizar y comprender una situación». Hombre, no van a sustituir la insustituible lectura pausada de El País, pero de ahí a considerar que son «inútiles», hay un trecho.
Originalmente publicado en La Gaceta