En el rincón izquierdo, con el calzón rojo revolución, Carme ‘Todos somos Rubianes’ Chacón; en el derecho, con el calzón rosa posibilista, Alfredo ‘Fouché’ Pérez-Rubalcaba. No hay árbitro que valga y los golpes bajos no sólo están permitidos sino muy recomendados. Es el match por la dirección del PSOE y sólo puede quedar uno.
Los diarios de la izquierda se han alineado cada uno con un candidato a la sucesión de Zapatero en una guerra solapada que no hará más que intensificarse a medida que se acerque la hora de la verdad: Público para Chacón; El País para Rubalcaba.
El País publicaba ayer una entrevista con la última gran deserción al bando rubalcabesco, José Blanco, y cuál es la prioridad del diario queda claro en el titular, que recoge unas declaraciones que Blanco comenta al final y del modo más ‘gallego’ posible: ‘¿La sucesión de Zapatero? «Puede haber jóvenes viejos y viejos modernos». Imaginamos que el ‘viejo moderno’ es Rubalcaba.
Pero la entrevista toda es tal cúmulo de perlas izquierdistas que, aunque glosarla entera sería llevar el vicio a la sobredosis, no me resisto a transmitirles algunas: «El PP está haciendo en Andalucía y con Manuel Chaves lo que hizo en España con Felipe González. Ante la impotencia de no poder ganarle en las urnas, ataca su honorabilidad sin ningún fundamento que lo respalde».
No pretendemos machacar, por eso no vamos a repasar los incontables casos de corrupción en el felipismo para que sea el amable lector el que concluya si no había «fundamento ninguno» que respaldara las acusaciones contra el gobernador del Banco de España, el director general de la Guardia Civil, la directora del BOE, el vicepresidente del Gobierno etcétera.
Esto da la idea del grado de sinceridad de la entrevista toda. Pero sigamos, que el cinismo no tiene límites: «En el momento en que ETA está más debilitada no comprendo que se utilice el terrorismo con fines partidarios». ¿¿Perdón?? ¿Recuerdan el asalto a las sedes del PP en el periodo de reflexión ante las elecciones que llevaron a Zapatero al poder? ¿Eso no es «utilizar el terrorismo con fines partidarios»?
Pero hay más: «El problema que tiene el PP es que es un partido contaminado por la derecha extrema y en este tema se impone el discurso de la parte más radical del partido con la bendición de Rajoy».
Tanto quejarse La Gaceta del dontancredismo de Rajoy, de su indefinición y cesión a las tesis del PSOE para que ahora le digan esto. Pero en el mundo real, que Blanco no roza, el PP es un partido de centro, todo lo más. Cuando España siga los pasos del resto de Europa y le salga al PP un partido a la derecha, ¿qué van a decir los socialistas? ¿Cómo llamarlos, si ya han agotado el término de ‘extrema derecha’ para todo lo que no sean ellos mismos?
EN BUSCA DE LA EXTREMA DERECHA
Debería leer la columna de Juan Carlos Escudier en Público, «En busca de la ultraderecha» –En busca de la ultraderecha-, aunque sólo sea por lo curioso de ver a un columnista buscando algo que el resto del periódico encuentra por todas partes. «Causa extrañeza -escribe Escudier- que […] la extrema derecha se circunscriba a formaciones marginales sin presencia institucional».
Lo estropea luego, sin embargo. Porque, claro, eso no puede ser, así que deduce que la extrema derecha está donde ustedes imaginan. «No es que la extrema derecha sea aquí testimonial; es que está emboscada y no se deja ver». Ya decíamos nosotros.
SALIDAS ALTERNATIVAS A LA CRISIS
La actualidad, con esa encuesta que confirma el esperable descalabro socialista en las municipales y el ‘caso Troitiño’ que aún colea, no está como para que a Público le apetezca recogerla, así que ha optado por un titular de primera ligeramente surrealista: «Los indignados dan la batalla en los tribunales». Eso de ‘los indignados’ no responde, como parece, a un grupo creado en la Movida, sino a personal de la más diversa condición que está reaccionando con querellas a las peores consecuencias de la crisis.
Es decir, que esos ‘indignados’ no existen como grupo real, y por eso Público inventa tan peregrina denominación para tener tema.
Pero, vamos, a un periódico que de verdad opina que los 130.000 euros supuestamente pagados por la constructora Sedesa a Orange Market fueron «El mejor negocio tras la ‘Gürtel» se le ve enseguida el plumero. Y una memoria espectacularmente corta.
Pero estamos (estoy, querido lector) en Semana Santa, un tiempo en que la izquierda laicista no puede dejar pasar sin descender a los niveles de El Frailazo. «Se podría decir que el catolicismo se apropió del rito pagano con intenciones de control y dominación -corrompiéndolo-, pero que las masas del siglo XXI nos estamos vengando de esta opresión trascendiendo su significado y construyendo uno modificado o alternativo», escribe Andrés Villena en «Detrás de la función» –Aprender de la Semana Santa-.
Vaya si se están vengando, aunque no acierto a discernir ese ‘significado modificado o alternativo’ del que hablan. Como la Iglesia respetó los hábitos paganos del calendario para intercalar sus celebraciones, los ateos perezosos alegan que en realidad Semana Santa y Navidad son festividades paganas con un disfraz cristiano.
La respuesta obvia es: «Hala, pues monten ustedes su ceremonia de primavera o su solsticio de invierno, a ver qué tal les queda». Cuando lleguen con sus ritos al grado de popularidad de los cristianos, ya hablamos. Tan listos como son, y no entienden que uno pueda celebrar por todo lo alto lo que cree, en su ceguera fanática, ser la conmemoración del Hijo de Dios o Su Resurrección y que sea materialmente imposible ponerse igual de contento por haber alcanzado el día en que los días se hacen más cortos.
Javier Vizcaíno, mi ‘espejo’ en Público, también va de lo mismo y dedica casi íntegra su columna a Intereconomía. Llama al vicepresidente Pedro-Juan Viladrich ‘martillo de herejes’ por reivindicar la libertad religiosa –Hagamos penitencia-. En fin, desde que les han prohibido su mascarada están imposibles.
Publicado originalmente en La Gaceta.