Aunque todo el año es carnaval para la izquierda, en algo tenía que notarse que ya ha empezado la campaña. Y se nota, ya lo creo que se nota. Para empezar, el rojerío, que encontraba al PP muy extremista y radical por oponerse a Bildu, se sumió en el más vergonzante y disimulado silencio cuando el PSOE pareció estar de acuerdo con la idea de excluir de las urnas al grupo, este sí, radical vasco. Y ahora, al fin, pueden volver a su ilusión de que el PP está a punto de la marcha sobre Roma, versión hispánica.
Es la primera de Público: «El PSOE saca partido al radicalismo del PP» una profecía autocumplida donde las haya. La izquierda tiene muy mal perder, y es capaz de cualquier cosa, de difundir cualquier infundio, jalear las consignas más demagógicas o asaltar las sedes populares que haga falta para llevarse el voto a su urna.
«Los socialistas buscan movilizar a sus desencantados señalando a Rajoy como ‘la derecha de la derecha’ y el dirigente conservador reivindica a Aznar». En momentos menos urgentes, imagino que a los propios redactores de Público les dará la risa floja escribiendo eso de que Rajoy es «la derecha de la derecha».
«Todas las encuestas les son adversas, el ánimo de no pocos de sus dirigentes está decaído y decenas de miles de sus electores no saben siquiera si irán a votar el 22-M», admite la crónica de Público. «Pero la campaña ha empezado con tantos líderes del PP recitando palabras tan gruesas a cuenta de Bildu en todas las plazas de España que, de repente, el PSOE ha vuelto a tomar aire: se aferra a la esperanza de que los progresistas decepcionados por los recortes acudirán finalmente a las urnas alarmados por los contornos de «derecha extrema» que amenazan con romper las costuras del traje oficial de modera do que se ha enfundado Mariano Rajoy».
No aprenden. Se mueven en el mundo de sus deseos, como cuando auguraban un batacazo a los presuntos corruptos del PP sólo para tener que reconocer que sus ‘bestias negras’ tienen todas las de ganar por goleada. En este caso, llamar ‘extremista’ al PP porque con lo de Bildu coincide con dos terceras partes de los españoles también tiene delito.
Es un juego estúpido, pero en el que los propios conservadores entran a menudo. La idea es que ser de derechas es pecado, pero venial si se hace con moderación. Y la tal moderación la deciden los rivales, que para dar una sentencia absolutoria exigen que la derecha sea socialista. En resumen: los rojos no han creído jamás en la democracia, porque sólo admiten como legítimas sus opciones. Todo lo demás es ‘extremismo’.
Para El País, la noticia del día es que «Castilla- La Mancha se convierte en la gran batalla del 22-M», lo que muestra el gran desánimo que cunde entre las filas ‘sociatas’, que ya dan por perdido lo demás. También tiene un rinconcito para asegurarnos que «La izquierda ‘abertzale’ quiere acelerar el fin de ETA», otro ejemplo de la conocida tendencia izquierdista de dar por hecho lo que se desea creer. Y es que, como dice el reverendo Iñaki Gabilondo en el diario de Prisa en relación con Bildu: «Si nos hemos equivocado, mereceremos lo que nos ocurra» –Si nos hemos equivocado, mereceremos lo que nos ocurra-.
De todos mis lectores es conocida la tesis de este su periódico en el sentido contrario: no, la izquierda ‘abertzale’ no tiene la menor intención de acelerar el fin de ETA. Son dos opiniones, pero las primeras se basan en pías e interesadas declaraciones y las segundas en hechos e indicios tozudos. El tiempo dirá, y entonces quizá haya ocasión de recordar que los experimentos, mejor con gaseosa.
La Vanguardia, que ahora saca una edició en catalán, parece haberse calado la barretina hasta las cejas y no ve más allá de Tortosa. «Generalitat y Gobierno en máxima tensión por los recortes» es su primera, junto a una foto del desaparecido Severiano Ballesteros. En páginas interiores, La Vanguardia recoge también la humorada de Zapatero, según la cual «España tiene la derecha más a la derecha de Europa». Tener la izquierda más a la izquierda no es malo; lo contrario, sí (esta es una aclaración de servicio público, para que se aclare el lector).
Obviando el hecho de que ser una derecha sin complejos no debería ser visto como un insulto por nadie, y menos aún por la propia derecha, las palabras de ZP no se las cree ni él. Le podemos pagar entre todos un ‘tour’ por la República Checa de Václav Klaus, por la Suecia donde los neonazis han entrado en el Parlamento, por Hungría, por la Francia donde Marine Le Pen le hace sombra a Sarkozy, por la Italia de Fini, por… En fin, la realidad es que la española es la derecha menos derecha, y la única que se avergüenza de ese nombre.